¿Cine, teatro o televisión? Esta era de las preguntas que se hacían a los famosos en una de las más conocidas revistas del corazón en los años setenta. La respuesta del sensualista ya la conocen ustedes.
Se dirá que no hay por qué elegir. Y es verdad. Pero, ¿qué ocurre en una velada de viernes en la que coinciden en la hora distintas propuestas? Que hay que decidirse por alguna y, entonces, gana el cine casi más por estar en una sala que por la película en sí.
Anoche, después de bastante tiempo, asistió el sensualista al teatro. Se quedó decepcionado con el Platonov del Centro Dramático Nacional: mucha escenografía, demasiados actores y actrices, y excesivo número de gritos y voces destempladas. El teatro debe sorprender; en este caso, dio de sí lo que se esperaba; es decir, no mucho.
De la televisón hablamos otro día, que es más variada y loca. De cine vamos a decir que, en la actualidad, está viviendo una época dorada. En serio. El sensualista ve en los últimos años, películas sublimes, magistrales, conmovedoramente realizadas, como nunca antes en más de un siglo de cinematografía.
A falta de la lista de los mejores films de 2009, que -sí- hay que publicarla porque en ella descansan verdaderas obras de arte, ya hemos visto en 2010 tres maravillas en un corto espacio de tiempo.
Fish Tank (Andra Arnold, 2009) recoge lo mejor de los modos y maneras de Ken Loach, cineasta social que ha perpetrado auténticas joyas como Sweet Sixteen, Raining Stones o It´s a Free World (En un mundo libre, que es lo mejor de lo mejor de lo mejorcísimo).
Lo siento: está doblada.
Pecando ligeramente de previsible y de demasiado centrada en los conflictos, Fish Tank recoge una banda sonora que nos vuelve a demostrar la fuerza de la música negra (sic) más o menos actual, que va desde el funky setentero hasta el hip hop de ahora pasando por el r´n´b (pronúnciese ar an bi, je je) para adolescentes.
Es verdad: ¡qué p... es la vida!
Fish Tank tiene la virtud de jugar con las ambigüedades: de, por ejemplo, hacer que una frase como "Adiós, idiota; te odio" suene a una despedida rebosante de cariño. Esta es una muestra de una habilidad que brilla a lo largo de toda la película.
Segunda maravilla: ¿por que nos gusta con locura el cine francés? Porque tiene a los intérpretes más válidos del planeta y porque despliega una variedad que supera a la filmografía de los demás países. Aunque ha sido criticada como tópica, el sensualista le ve luces por todas partes a Welcome (Philippe Lioret, 2009), otra muestra de cine social con más condimentos de incertidumbre.
¡Oh, ah, al fin la versión original!
Se aprende con el séptimo arte. Uno ignoraba lo que pasa en Calais, frente a las costas de Inglaterra; no sabía tampoco que en la culta Europa se realizaran prácticas poco civilizadas y, por último, que uno no es el único que hace tonterías por desamor.
Vincent Lindon -ex de Carolina de Mónaco- es el actor encargado de interpretar al protagonista. El señor Lindon hace su papelón, desenvuelto como nadie. Después fuentes bien informadas nos dicen que, en la realidad, este actor es una persona retraída con problemas de tartamudeo.
Por último y abandonando el cine que llaman social, se nos asoma humildemente una joyita mayúscula. Argentina, también encargada de rodar magníficas historias y no menas magníficas interpretaciones, nos trae El último verano en la Boyita (Julia Solomonoff, 2009).
Ay, menos mal que es español original.
Aunque incluya niños y perros (verdaderas amenazas para el cine), El último verano en la Boyita es una obra llena de poesía auténtica y terrible, la que rodea a la llegada de la adolescencia y la que envuelve a los complejos de cada uno.
Refleja como pocas obras el peso que supone pertenecer a un género así como la ayuda que un ser humano puede regalarle a otro. Mientras se ve esta obrita, dan ganas no solo de vivir no también de superar el inevitable sufrimiento.



Hagan lo posible, pues, por no perderse El último verano en la Boyita. No dejen de ver Welcome. Y que no se les pase Fish Tank. ¿Qué? ¿Que no han visto ninguna de las tres? ¿Que en la cartelera de su ciudad no han durado más de dos o tres semanas? ¿Que ni siquiera la han programado?
Uf, en un país tan mediocre en lo cinematográfico como es España, no es sorpresa que, abandonadas esas tres obras en la descarga o en el video-club, se conozcan todos los detalles del cine porquería en todas sus secuelas. Quede claro que no se refiere este calificativo a películas de Estados Unidos, país que, a lo largo de 2009, ha dado a luz a películas maravillosas (ya verán la lista).
Siempre es de agradecer que ustedes me recomienden alguna que hayan visto últimamente sea de la época que sea. O que. al menos, me digan cómo de atractivas les resultan las tres pelis expuestas más arriba. Vale: no es que destaquen por su sentido del humor, pero es que este sensualista prefiere ver historias dramáticas: así sale del cine y, si lo tiene, le dice a su acompañante: "¿Verdad que nuestras vidas no están tan mal?"
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