Bi Polar

domingo, 16 de mayo de 2010

La época dorada del cine . . . . . . . . . . . . . . . . . . / Golden Age of Cinema

.
¿Cine, teatro o televisión? Esta era de las preguntas que se hacían a los famosos en una de las más conocidas revistas del corazón en los años setenta. La respuesta del sensualista ya la conocen ustedes.

Se dirá que no hay por qué elegir. Y es verdad. Pero, ¿qué ocurre en una velada de viernes en la que coinciden en la hora distintas propuestas? Que hay que decidirse por alguna y, entonces, gana el cine casi más por estar en una sala que por la película en sí.

Anoche, después de bastante tiempo, asistió el sensualista al teatro. Se quedó decepcionado con el Platonov del Centro Dramático Nacional: mucha escenografía, demasiados actores y actrices, y excesivo número de gritos y voces destempladas. El teatro debe sorprender; en este caso, dio de sí lo que se esperaba; es decir, no mucho.

De la televisón hablamos otro día, que es más variada y loca. De cine vamos a decir que, en la actualidad, está viviendo una época dorada. En serio. El sensualista ve en los últimos años, películas sublimes, magistrales, conmovedoramente realizadas, como nunca antes en más de un siglo de cinematografía.

A falta de la lista de los mejores films de 2009, que -sí- hay que publicarla porque en ella descansan verdaderas obras de arte, ya hemos visto en 2010 tres maravillas en un corto espacio de tiempo.

Fish Tank (Andra Arnold, 2009) recoge lo mejor de los modos y maneras de Ken Loach, cineasta social que ha perpetrado auténticas joyas como Sweet Sixteen, Raining Stones o It´s a Free World (En un mundo libre, que es lo mejor de lo mejor de lo mejorcísimo).


Lo siento: está doblada.


Pecando ligeramente de previsible y de demasiado centrada en los conflictos, Fish Tank recoge una banda sonora que nos vuelve a demostrar la fuerza de la música negra (sic) más o menos actual, que va desde el funky setentero hasta el hip hop de ahora pasando por el r´n´b (pronúnciese ar an bi, je je) para adolescentes.


Es verdad: ¡qué p... es la vida!

Fish Tank tiene la virtud de jugar con las ambigüedades: de, por ejemplo, hacer que una frase como "Adiós, idiota; te odio" suene a una despedida rebosante de cariño. Esta es una muestra de una habilidad que brilla a lo largo de toda la película.

Segunda maravilla: ¿por que nos gusta con locura el cine francés? Porque tiene a los intérpretes más válidos del planeta y porque despliega una variedad que supera a la filmografía de los demás países. Aunque ha sido criticada como tópica, el sensualista le ve luces por todas partes a Welcome (Philippe Lioret, 2009), otra muestra de cine social con más condimentos de incertidumbre.


¡Oh, ah, al fin la versión original!


Se aprende con el séptimo arte. Uno ignoraba lo que pasa en Calais, frente a las costas de Inglaterra; no sabía tampoco que en la culta Europa se realizaran prácticas poco civilizadas y, por último, que uno no es el único que hace tonterías por desamor.

Vincent Lindon -ex de Carolina de Mónaco- es el actor encargado de interpretar al protagonista. El señor Lindon hace su papelón, desenvuelto como nadie. Después fuentes bien informadas nos dicen que, en la realidad, este actor es una persona retraída con problemas de tartamudeo.

Por último y abandonando el cine que llaman social, se nos asoma humildemente una joyita mayúscula. Argentina, también encargada de rodar magníficas historias y no menas magníficas interpretaciones, nos trae El último verano en la Boyita (Julia Solomonoff, 2009).


Ay, menos mal que es español original.

Aunque incluya niños y perros (verdaderas amenazas para el cine), El último verano en la Boyita es una obra llena de poesía auténtica y terrible, la que rodea a la llegada de la adolescencia y la que envuelve a los complejos de cada uno.

Refleja como pocas obras el peso que supone pertenecer a un género así como la ayuda que un ser humano puede regalarle a otro. Mientras se ve esta obrita, dan ganas no solo de vivir no también de superar el inevitable sufrimiento.


Hagan lo posible, pues, por no perderse El último verano en la Boyita. No dejen de ver Welcome. Y que no se les pase Fish Tank. ¿Qué? ¿Que no han visto ninguna de las tres? ¿Que en la cartelera de su ciudad no han durado más de dos o tres semanas? ¿Que ni siquiera la han programado?

Uf, en un país tan mediocre en lo cinematográfico como es España, no es sorpresa que, abandonadas esas tres obras en la descarga o en el video-club, se conozcan todos los detalles del cine porquería en todas sus secuelas. Quede claro que no se refiere este calificativo a películas de Estados Unidos, país que, a lo largo de 2009, ha dado a luz a películas maravillosas (ya verán la lista).

Siempre es de agradecer que ustedes me recomienden alguna que hayan visto últimamente sea de la época que sea. O que. al menos, me digan cómo de atractivas les resultan las tres pelis expuestas más arriba. Vale: no es que destaquen por su sentido del humor, pero es que este sensualista prefiere ver historias dramáticas: así sale del cine y, si lo tiene, le dice a su acompañante: "¿Verdad que nuestras vidas no están tan mal?"
.

sábado, 1 de mayo de 2010

El amor secreto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ./ A Secret Love

.

... is not so secret anymore!

Miren la nota que he recibido, medio escondida en mi cajón...

No soporto el nombre de Fernando. Es un nombre que, de un tiempo a esta parte, veo y oigo y huelo allá donde voy. Todo el mundo se llama Fernando o va a quedar con Fernando o conoce a algún Fernando.

Tú te acordarás de Fernando. Trabajaba y trabaja de portero en mi bloque, siempre atento, siempre encantador, siempre guapísimo. Siempre con una caída de pelo impecablemente liso. Siempre dando paseos por el portal y nunca sentado. Siempre dueño de una sonrisa arrebatadora. Siempre pendiente de todos los vecinos, y yo, todavía más pendiente de él.

Te acordarás de que, un verano, empezamos una relación procurando que no lo supiera nadie del bloque. Acordamos los dos -¿no te acuerdas?- de que el secretismo era lo más conveniente para no estropear la convivencia de todo el edificio además de convenir en la certeza de que
-aunque los dos tuviésemos cierta afición a las murmuraciones- detestábamos que fuéramos nosotros el objeto de los cotilleos.


Te acordarás de que habíamos empezado entre miradas y admiraciones, no sé si por la sobrecogedora belleza de su cuerpo o por su buen juicio en temas tan variados como la languidez de las películas inglesas o el carácter huraño de la del 3ºC o como, claro está, la solución de problemas relacionados con la infraestructura doméstica. De una cita clandestina a un encuentro secreto nos fuimos viendo cada vez más aparte de hacernos los encontradizos entre las 9 de la mañana y las 7 de la tarde, contando con su descanso al mediodía entre las 2 y las 5.

Tanto empeño puse yo en disimular que, inocentemente, seguía viéndome con amigos míos tanto en lugares públicos de la ciudad como en mi propia casa. Claro está: a veces Fernando me veía llegar a mi piso con alguno de esos amigos. Él, tan discreto, no decía nada, pero la frialdad que, también de forma paulatina, me iba mostrando podía ser indicio de su desaprobación hacia mis amistades. Sus propias visitas se fueron espaciando hasta que se llegó a un punto cero. Su frialdad creció entonces de tal manera que se convirtió en rotunda indiferencia, o quizá rencor, lo que no hizo sino mantener mi interés hacia él.



Te acordarás, pues, de Fernando. Te acordarás de que todavía tiemblo al escuchar ese nombre, de que ahora salgo para trabajar a las nueve menos cuarto en vez de a las nueve y de que, siempre que puedo, hago por volver de mis quehaceres callejeros más allá de las siete de la tarde para no pasar el mal trago de no saber cómo saludarle. Te imaginarás que estoy deseando ver si me dice algo al mediodía, pero también te imaginarás que me puede su desdén y que lo confundo con un supuesto interés suyo por otra persona.

Evito su presencia y busco su encuentro. No quiero verlo y estoy deseando hablar con él. Me retumban sus juicios acertados cada vez que me encuentro a los otros vecinos y recuerdo sus opiniones sobre ellos ("Ten cuidado: los del 4ºA son muy hipócritas", "Hoy va a haber ruido en el 2ºA", "El del 1ºC es un cateto" o "H. -el propietario del 4ºC- es quien vale para eso"). ¡Cómo me siguen gustando las palabras que escogía y la masculina voz que las transmite! Sabrás que ahora o bien me mira durante un segundo o bien ni levanta la vista porque está ensimismado en sus anotaciones o -ah, su arrebatadora sonrisa; ay, su talle altivo; oh, sus más que penetrantes ojos- en la conversación con una vecina nueva a la cual odio y reodio sin límite.


I thought that I was over you / How I was mistaken / (...) / It was more than I can bear / When I saw you / Walking down the road with someone new, / I couldn´t believe it was true. / It was true, yes. / I find it hard to sleep at night. / This jealousy is burning bright. / Visions of somebody else / Torments me to destruction. / I think of him / Making, making love to you. / It´s more than I can bear!

Siempre me planteo si todavía lo saben los demás vecinos. Me planteo cuál fue la verdadera razón de su desplante si que me llegó a amar además de desearme. Te acordarás de que, una vez que me atreví a preguntarle, me contestó que no valía la pena hablar de eso con "¿Para qué?" que todavía me deja la sangre helada.

Siempre me planteo las frases que debo utilizar para que le den ganas de mantener una conversación conmigo, esa conversación que llegue a ser un acercamiento que -no puedo engañarme más- se transforme en una visita a mi piso como cuando entonces, hace más de un año. ¿O ya son tres?

Nadie sabe de esto. Nadie lo debe ser. Me moriría de vergüenza si los demás confirmaran sus sospechas de que estoy loca por el portero del bloque al igual que perdidamente anclada en el pasado, y ansiosa por que él siga mis pasos y me conceda el mismo número de minutos y de horas y de días que antaño.


Siempre me planteo que podría olvidame de una vez. ¿Cambiarme de piso con lo que me ha costado amueblar este y hacerlo mío? ¿Hablar mal del portero a los vecinos? ¿Mirar hacia otro lado cada vez que entro y salgo por el portal? ¿Reconocer que aquello fue un magnetismo más físico que químico sin mayor transcendencia?


Cuando tenga que nombrarte, / voy a hacerlo sin testigos. (...)
Después de haberte perdido, / nunca sabrás si tu olvido / dejó ternura o rencor.
(...)
Lo que siento lo sabemos / solo yo y mi corazón.

¿Y por qué no se va él del bloque? ¿Y por qué no vuelve a mí? ¿Y por qué evita que le cuente qué es de mi vida? ¿Y por qué ya casi nunca me habla de sus costumbres, de sus problemas y alegrías, de sus opiniones sobre los convecinos, de cómo funciona el cuadro de mandos?


Camino despacio pensando volver hacia atrás.

Siempre me planteo el rechazo que me espera sentir cuando llegue ese día en el que ya no pueda más y, un día en que lo vea sentado, me incline hacia su oído para susurrarle:
-Eres el hombre más guapo que conozco.


Patricia.


...y sigo enamorad@ de ti.
.

Eso: pónganse en su lugar y piensen qué harían en su situación.
.

lunes, 19 de abril de 2010

Los abuelos de Patricia . . . . . . . . . . . . . . . . . / Patricia´s grandparents

.

Esta es la banda sonora, pero uno quería que fuera la que figura al final.


Casi nadie se acuerda de Patricia, con lo atractiva que es todavía. De hecho, a mí me la ha tenido que recordar el sensualista. Me dice que a él mismo se le han olvidado muchos aspectos de su vida. Por eso quería aprovechar para hablarnos de su familia.

Patricia nació de padres jóvenes. Su mamá venía de otro continente. Me comenta el sensualista que no recuerda cuál, pero, sabiendo que está a varios miles de kilómetros de distancia, tampoco importa tanto. Sus padres convivieron los años de la infancia de Patricia hasta que su mamá se fue a su país de origen.

Al poco tiempo, su padre -objeto de una mezcla de veneración y temor ocultos por parte de Patricia- se fue a vivir con una de las mujeres más activas que se han conocido en estos lugares: sumamente inquieta, rebosante de personalidad y siempre sorprendente. Bastaron estos tres rasgos para que no fuera fácil el trato con los abuelos de nuestra protagonista. Su padre pudo convivir un tiempo con aquella mujer que, finalmente, se mudó a la gran capital en busca de sensaciones más fuertes.


Esplendor de aquí y de ahora

Patricia se quedó a vivir con su papá hasta que ella dio su primer paso en la convivencia con una persona elegida por amor y que terminó como terminó -si no lo recuerdan ustedes, miren aquí. Visita de vez en cuando a su padre, le regala horas de conversación escasamente profunda y, luego -más satisfecha de su propia paciencia que de su generosidad- se retira a su piso de soltera perdida a planificar evasiones en forma de viajes.

Pero a quien visita más es a sus abuelos, a los padres de su padre, esos mismos que llevaron con dificultad la nueva relación de su hijo. Con ellos puede hablar de las menudencias infantiles que soporta mal su padre. A veces, le pregunta a su abuela por tiempos pasados. La abuela huye con frases breves, mas Patricia es lo bastante perspicaz como para darle forma al rompecabezas.

Esta abuela de Patricia -los otros abuelos estaban en otro continente- casó joven con un militar. Era el matrimonio perfecto que vivía en una casa perfecta situada en la avenida más codiciada de una perfecta ciudad. Al marido militar le ofrecieron un puesto muy lejano, en una isla situada en medio de olas difíciles y temperaturas torturantes. Aceptó. Su abuela no lo aceptó de igual modo, pero allá fueron los dos hasta que esta empezó a temer por la salud de su pequeño y de su bebé. Llegó un momento en que tanto las olas como las temperaturas se unieron a terribles temblores de tierra y, entonces, la abuela de Patricia optó por dejar a su marido en aquella isla casi desierta y volver a la ciudad de perfección.

El abuelo de Patricia se quedó en aquel mar. La abuela crió a sus dos hijos ella sola hasta que otro hombre, el más divertido que jamás conoció, se decidió a acompañarla. Los dos hijos ya estaban mayores y Patricia ya había nacido, de modo que los dos abuelos de Patricia se lanzaron a una vida hedonista pero sin riesgos. Pero, ¡ay!, el hombre divertido tenía muchos más años que aquella madre de dos niños y, cuando empezaron a dolerle las discusiones de la vejez, se fue al otro mundo.


M.R., Number 14

La abuela de Patricia volvió a la soledad, esta vez sin hijos que la tuvieran ocupada. Para una abuela y madre profesional, aquello era una encerrona; la ciudad perfecta parecía una cueva con estalagtitas a punto de quebrarse y caer sobre su cabeza ajada.

Fue curioso y así se contó un día a la propia Patricia: recibió una tarjeta de Navidad de un soldado mayor. Hubo un reecuentro que acabó en boda. Recasarse le llaman. El soldado envejecido le prometió que no huiría a ninguna isla pues había vuelto con -le dijo textualmente- su novia de toda la vida. El idilio duró poco. El soldado no quería sino una enfermera, ese tipo de cuidadora a la que se le manda y a la que no se le deja mandar. La abuela de Patricia vive ahora una soledad con una compañía ausente. Estos son los abuelos de Patricia a los que ella visita para intentarles reverdecer la existencia. Apenas lo consigue. Cuando se marcha Patricia, los dos abuelos también se marchan: a habitaciones distintas bajo el mismo techo.

Aquí termina el sensualista de contarme la historia de la familia de Patricia. Para acabar, me enseña unas líneas escritas por Pat, como la llama él:

No es el mío este linaje:
el de la familia unida por el rezo,
el del odio a la paciencia,
la misma que se apoya en la amargura.
No es el mío este linaje de patriotas.
Mas no es un linaje: es una casta.

No sabemos si Patricia escribe bien. Sabemos que quiere decirnos que le rodean los barrotes de una jaula que llaman familia. Vuelve la incontinencia verbal del sensualista para preguntarles a ustedes: ¿Es verdad que puede ser una jaula la familia? ¿Que instaura normas contrarias a la convivencia? ¿Que acata decisiones de las altas esferas de poder, militar por supuesto? ¿Que a veces no es el nuestro ese linaje?
.


¡Cómo le gusta a mamá eso de preocuparse!
se dice en la banda sonora.

.

domingo, 11 de abril de 2010

De colores tu color / Of Colors Your Color

.

perseguir en este bosque / de colores de tu color

Los colores de este blog no es que sean muy originales. No lo es el diseño, en realidad. Los colores libres, desprovistos de objetos y de seres, son siempre originales. Esto viene a cuento de dos exposiciones que no se debería perder nadie mínimamente aficionado al arte.

Una es Colour Chart - Reinventing Colour 1950 to Today, que -me asegura el sensualista- él mismo tuvo la gran suerte de ver el año pasado en Liverpool (Reino Unido). En ella los colores alcanzan a cegar, de la intensidad y la grandeza con que son presentados por una variedad de artistas que pueden ustedes descubrir adentrándose en esta cautivadora presentación. Visítenla virtualmente.

En dicha exposición, ese sensualista -cada vez más permeable a todo lo plástico- alcanzó el éxtasis con las obras de su Ellsworth Kelly, que considera lo mejor de los pintores vivos y que merece un blog entero. Otros que no están nada mal son Yves Klein -especialista en azules- y Frank Stella -el más aparentemente ingenuo-. Ellsworth Kelly, el único


Horterada 'guilty pleasure'

A la otra exposición todavía pueden ustedes ir. En el centro José Guerrero, pegado a la Catedral de Granada (España), suelen verse cosas interesantes (Ah, no: mejor evitemos la palabra "interesante" y sus formas, que suele equivaler a "aburrido"). Cromocronías es de todo menos aburrida: es sorprendente lo que da de sí exponer colores, solo colores.

De toda la exposición -más rara que la de Liverpool-, lo que más le llamó la atención al sensualista fueron dos vídeos: uno, a cargo del albanés Anri Sala, ilustra cómo son decoradas las otrora cromáticamente opresivas calles de Tirana para alejar el pasado y la sordidez; y un vídeo, de Stephen Dean, documenta el festival hindú de Holi en Utter Pradesh, en el cual se crean nubes rojas y azules a base de lanzar pigmentos entre la multitud (como la tomatina aunque más variado y menos violento).


Este vídeo no es el de la exposición, pero puede valer.

No hemos podido insertar sin imágenes en blanco y negro la canción sobre colores -sin quedarse con ninguno en concreto- que más le gusta a este sensualista. Es una canción esparadrapo, que diría chevy. Se trata de "Colours by Numbers" de Culture Club, coplita blanda como ella sola pero inolvidable. En cambio....


La moderna


La antigualla

¿Qué opinan ustedes sobre estas canciones dedicadas a los colores en general? También les toca responder a la obvia pregunta: ¿Qué color les gusta más? Lo sentimos: hay que elegir. Ah, ¿que a ustedes no les importan los colores? A los aficionados a las banderas y a los seguidores de equipos de fútbol, es decir, a media humanidad, les importan y mucho. ¿Y pueden estar enamorados de más de uno?

Sepan que el preferido del sensualista no podía ser otro que el... rojo. Vale: le es infiel con el morado. Y con el naranja. ¡Y no me digan que el negro y el fucsia no son fascinantes!

Contemos la anécdota: me dicen que al sensualista le pirra eso de combinar distintos tonos del mismo color y al mismo tiempo en chaqueta, camisa, calcetines, ropa interior, reloj y gafas. Hasta que llegó su amigo creador del fabuloso blog manaboutworld y le dijo "¿Y por qué no los pantalones también del mismo color?" Ya de paso, les iba a relatar la última compra caprichosa que se ha hecho (los swatch de una colección de relojes cegadores que, afortunadamente, va camino de agotarse), pero lo dejaremos para otro día. Hay más días que colores. Sin duda. Aunque no tan fascinantes.

.

domingo, 28 de marzo de 2010

Jaime Gil de Biedma y lo que a uno no le gusta de sí mismo / Jaime Gil de Biedma and that which you don´t like in yourself


·
Jaime G
il de Biedma . Hasta el nombre suena bien. Casi igual de bien como su voz. Como el título de la película que ha estado en cartelera a principios de este año, El cónsul de Sodoma, en la que quedan reflejados los conflictos personales de un ser humano que no es como él quisiera ser.

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
("No volveré a ser joven")


¿Es que son ustedes como quieren ser? Hace no mucho, en una conversación entre compañeros de trabajo (¡Huy, peligro, que en este blog NO se habla de trabajo!), tres personas sacábamos a relucir rasgos de la propia personalidad que no nos gustaban. Me temo que esos -al contrario que la nariz u otros apéndices- no son operables, al menos, en un quirófano.

...both of us we were in very high spirits, -
Chinchón if I remember- we kept playing old lyrics
Sung by Judy Garland, thought the world was a friend
And talked ourselves to drunkenness for hours without end.

("A Gabriel Ferrater")


Parece que la película El cónsul de Sodoma haya estado dirigida por dos directores a juzgar por lo muy diferentes que son las dos partes que se podrían establecer en ella: por un lado, una primera (con todos los vicios insoportables del cine español: sobreinterpretación, tramas mal hilvanadas, rojos buenos y fachas malos) y, por otro lado, los treinta últimos minutos (trepidantes, íntimos, extáticos, enormemente certeros en el retrato de una persona enferma, sensible y vividora).



Los momentos finales de la película resultan, pues, emocionantes. Cuando nos toque plantearnos cómo vamos a vivir -recalcando lo de vivir- los días justamente anteriores a una muerte atendida, no estaría mal repasar los últimos minutos de la película. A este respecto, chapeau para Jordi Mollá.

Que la sinceridad
con que te has entregado
no la comprenden ellos,
niña Isabel. Ten cuidado.
("A una dama muy joven, separada")


En Jaime Gil de Biedma (1929-1990) suenan muy buen, además, los títulos de sus libros: Según sentencia del tiempo (1953), Compañeros de viaje (1959), Moralidades (1959), Poemas póstumos (1968) y Las personas del verbo (1982), libro recopilatorio de su obra poética, que abarca apenas 150 páginas, y cuya contraportada contiene una de las reseñas autobiográficas mejor escritas de toda la historia.

No es el mío este tiempo.
(...)
Amanece otro día en que no estaré invitado

ni a un momento feliz. Ni a un arrepentimiento

que, por no ser antiguo,
-ah, Seigneur, donnez-moi la force et le courage!-

invite de verdad a arrepentirme
con algún resto de sinceridad.

("De senectute")


Es verdad que la tristeza que se respira en este poeta -a quien que le tocó una época que, verdaderamente, no era la suya- le convierte en carne de cantautores depresivos o de ocurrentes pretenciosos a lo Búnbury, que ya ha perpetrado una de las suyas con la obra de nuestro autor. Por eso a uno le parece muy bien que la última canción que suena en la película El cónsul de Sodoma sea esta:


Años de SIDA y acid

Antes de ver el biopic, uno se temía escuchar poemas recitados por una voz gangosa inspiradora de pensamientos funestamente suavones. Pero no. Esos recitados -que suponen una especie de videopoemas- llegan a conmover.

En un viejo país ineficiente,
algo así como España entre dos guerras
civiles, en un pueblo junto al mar,
poseer una casa y poca hacienda
y memoria ninguna. No leer,
no sufrir, no escribir, no pagar cuentas,
y vivir como un noble arruinado
entre las ruinas de mi inteligencia.
("De vita beata")


Gran parte de la obra de este poeta barcelonés está marcada por el conflicto entre cómo uno es y cómo le gustaría ser. Hay personas que detestan su propio carácter irascible, otros no pueden soportar su racanería y hay quien no se aguanta porque tiende a mentir compulsivamente. Igual que Jaime Gil no podía con su inclinación a la sinceridad, me he enterado de que el sensualista odia su... permeabilidad. Si tienen a bien, pregúntenle a él qué quiere decir.

Si no le comentan nada de su Gil de Biedma, respóndanle a esas preguntas que tanto le gustan: ¿Qué rasgo de su personalidad cambiarían? ¿Qué no les gusta de su forma de ser y llevarían al quirófano si pudieran? ¡No me digan que su generosidad, que eso nunca sobra! Por supuesto, dejense tanto de posturas petulantes como de falsas modestias.

...Por cierto: me susurra el sensualista que Jaime Gil de Biedma sí era un sensualista con todas sus contradicciones. Ah, aquí está su voz en uno de los poemas que mejor dibujan ese conflicto:


...es un resto penoso, / un intento patético. / Mientras que tú me miras con tus ojos / de verdadero huérfano, y me lloras / y me prometes ya no hacerlo.
// Si no fueses tan p...!

.

sábado, 20 de marzo de 2010

El diario de Carlos Berlanga o Ventajas de viajar solo / Carlos Berlanga´s Diary or The Advantages of Travelling Alone

.
Les presento una faceta del sensualista que tomó cuerpo el año pasado: el viaje en solitario de forma consciente y deseada. Hablamos de dos ventajas de las bastantes que tiene viajar solo:
a) ir a sitios a los que acompañaría muy poca gente y
b) poder escribir un diario con tranquilidad.

Todavía muy actual la nostalgia de Uruguay y Buenos Aires -aquí suenan tangos sin parar, de Malevaje, de Daniel Melingo, de don Carlos-, se reviven lugares visitados que, probablemente, no se habrían conocido de ir en pareja o en grupo.

Uno de esos sitios para los que costaría encontrar compaña (apropiada) -pocas horas antes de coger ¡tomar! el avión a Montevideo- fue la exposición Viaje alrededor de Carlos Berlanga, dedicada al polifacético artista madrileño y que se ha mostrado en la Sala de Exposiciones El Águila. Ah, no se pierdan esta reseña popera y sus jugosos comentarios.

Todavía no se conoce lo suficiente a Carlos Berlanga (1959-2002), dandy huidizo y multiforme, o el personaje que podría haber sido el David Bowie español.

Dejando aparte su carrera con Kaka de luxe, los Pegamoides y Dinarama, solo les expongo un pequeña alusión: el primer concierto de toda la historia de Alaska y Dinarama -grupo archisimbólico de la colorista España de los 80- se celebró a la misma hora y en distinto lugar que el primer y mediatizado concierto de los Rolling Stones en Madrid, en 1982: toda una declaración de principios.

Los cuatro discos en solitario de Carlos Berlanga son únicos en el pop español. Por uniformes, por entretenidos, por variados.


Escuchen y opinen:

De El ángel exterminador (1990), con toques de Rafaella Carrá y de bossa nova



De Indicios (1994), ligeramente étnico



De Viaje alrededor de Carlos Berlanga (1997), el más tecnorro y fangoriero



De Impermeable (2001), el más indie



La ventaja b) de viajar en soledad es poder escribir un diario de viaje que a alguna gente le parecería tonto (eso dicen), a bastantes personas les resulta una pesadez (también lo han dicho) y que muchos considerían innecesario (así opina el propio sensualista). Estos días hemos estado releyendo el diario de este último viaje y confeccionando un bonito álbum de recortes, facturas y parafernalia recogida en diversos puntos del periplo.

A continuación les transcribo la parte del diario correspondientes a la visita de la exposición sobre el personaje.

...me encuentro andando Delicias abajo a la búsqueda de la Sala de Exposiciones El Águila (...). Tras la correspondiente pérdida de cinco minutos, veo la extraña construcción de la antigua fábrica de cervezas. Desde la calle se ve un cartel de la exposición, lo cual ya me prepara para sentirme especialmente sensible. Me parece mentira -no: más bien, un sueño- que se le dedique un 'Viaje alrededor de' a un personaje pop, underground, de alguna manera maldito y prácticamente desconocido para el gran público. No se me puede olvidar la frase de mi prima pronunciada hacia 1985 (cuando atronaba el "Cómo pudiste hacerme esto a mí" por todas partes): "Alaska no me gusta mucho, pero el Dinarama ese sí que está bueno".

Ya que el Dinarama ese se conviertió en un mito dentro de mi lista de Imprescindibles, caen las primeras fotos. Al entrar en el edificio, ya soy todo emoción con la estilizada y pálida figura de la chica recepcionista diciéndome que si me quiero incorporar a la visita guiada que acaba de empezar. Allá me planto ocupando los primeros puestos en plan estudiante empollón. Al principio se me hace un nudo en la garganta; de verdad: la actitud de Carlos Berlanga siempre la he admirado de forma extrema y sus dibujos y pinturas me cautivan, sobre todo, nada más verlos.

Transcurrido un tiempo, veo que los motivos que le guían están muy poco enmascarados: su picassianismo, daliísmo y chiricoísmo están demasiado presentes. Algunas obras -las que se enmarcan dentro de lo que el mismo artista define como tachismo- sí me resultan estupendísimas al igual que los simpáticos trazos de sus cómics.

Ahí está parte de mi vida joven: en las portadas de los vinilos de Dinarama, en las de los cedés de Carlos Berlanga en solitario, en los carteles de conciertos y demás literatura con diseños impecables y colores inequívocamente ochenteros.

Las explicaciones las da una delgada chica que, si no fuera por su esbeltez, podría presentarse a un concurso de dobles de Adriana Ozores y ganarlo en la categoría Jóvenes. La muchacha quiere agradar y sus menciones a "Carlos" son constantes, de manera que quiere dar la impresión de que lo conocía personalmente. Pero quien habla por ella es Pablo Sycet, artista colaborador de la troupe de Olvido Alaska y también comisario organizador de la exposición. Ya van dos veces que me han dicho que no se puede hacer fotos, pero ya llevo unas cuantas.

Estoy a punto de comentarle a la chica que resulta curioso que su "Carlos" retratara casi siempre a
chicas y a mujeres y casi nunca a chicos ni a hombres. Antes de irme de la Sala, hojeo el catálogo sobre la exposición, que está agotado. Lo habrán comprado todos los has-beens cuaretañeros que han sobrevivido a la movida para llegar hasta aquí.

El grupo que escuchaba a la guía era pa´ verlo. Exactamente eso: cuarentañeros que vieron a Alaska y Dinarama en directo y que ahora lucen cabelleras cuasi-rapadas para no parecer envejecidos. Al final, la chica pálida de la entrada me anota el nombre de dos librerías donde le han dicho que se puede comprar el catálogo mientros yo estoy pensando que a ella la han escogido con toda la idea porque parece una de las muchas modernas pálidas estilizadas que acabo de ver en los dibujos y cuadros y cómics de la exposición.

Pero uno también ha viajado muy agusto en compañía. En esas ocasiones, a veces ha escrito un diario con ciertas dificultades, y, otras, sin problema ninguno. En soledad no hay muchos obstáculos para ello. Pero quizá a ustedes les parece un engorro.

Díganme pues: ¿escriben ALGO en sus viajes? ¡Nada? ¿Ni postales? ¿O de todo menos postales? ¿Y ese diario? ¿Minucioso? ¿Irregular? ¿Qué? ¿Que de diario, nada? ¿Que ya no los escriben porque solo servía ocupar tiempo y espacio? ¿Que su blog lo ha sustituido? Ah, ¿que no viajan? ¿Que viajar en soltario es un aburrimiento? ¿Que prefieren las fotos? ¿Que no conocen el diario de Carlos Berlanga? ¿Que les ha gustado mucho cierta canción de este ar-tis-ta? ¿Que están deseando que termine?

Pues un sensualista que se (a)precie anota todo en su diario y, además, lo relee una vez ha vuelto de su destino. En esta última aventura, vean cómo lo ha garabateado en su cuaderno:

Así se las gasta el sensualista...
.


domingo, 7 de marzo de 2010

Intento de 'fotoblog': Uruguay y Buenos Aires / . . . A would-be photoblog: Uruguay and Buenos Aires

.

I. LA INTRO

Ni siquiera por ser la entrada número 75 nos deja blogger insertar una extensa colección de fotos tomadas por el sensualista, de forma que nuestro primer fotoblog verdadero habrá de esperar. Las fotos se refieren, por supuesto, a Uruguay y a Buenos Aires, y se ha convertido en una especie de fotoblog lingüístico concurso incluido.


Banda sonora: a falta de "Confesión" -el mejor tango de todos los tiempos- aquí están los que abrieron oídos al género.

II. LA GALERÍA DE IMÁGENES


"Si tu perro es de historieta, zafaste. sino limpiá
", dice el letrero de fondo azul.
Playa de Pocitos, Montevideo.













Esto es lo que se encuentra en una feria
Plaza de Uribe, Montevideo.














¿Es Nueva York? ¿Es Houston? ¿Es AZCA?
¡No!: ¡es Buenos Aires querido!









Atención: Deben ustedes localizar la manchita que corresponde a un verdadero LOBO MARINO.
Cabo Polonio (Uruguay).








¿El Emporio? ¿Las Chinelas?
Después hay quien dice que domina un idioma...
Calle entre Calle Colonia y Avenida 18 de Julio, Montevideo.













Eso digo yo: ¿Vos qué harías por amor?
¡Lo que fuera para ganar cientos de premios!
Calle Azcuénaga, Buenos Aires.





El señor Gardel, según parece, uruguayo de Tuacarembó
...
No habrá más penas ni olvido.


III. EL CONCURSO DE ESPAÑOL RIOPLATENSE

Arriésguense. El sensualista les corrigirá los resultados para ver qué nota obtienen en español...

1. Vamos por la vereda: vamos por...
a) la acera
b) la costa
c) la escalera
d) la mediana

2. Tengo que comprar unas polleras. Es decir:
a) una blusa
b) una camiseta
c) una falda
d) unas medias

3. Mirá, que aquí hay muchos arrebatos; muchos...
a) asesinatos pasionales
b) celos
c) redadas
d) tirones

4. Es necesario armar los libros. ¿Armar?
a) hacer agresivo
b) encuadernar
c) organizar
d) proteger

5. Hoy toca ir de levante. ¿Y eso?
a) descansar
b) navegar
c) romper la rutina
d) salir a ligar

6. ¿Tenés muchos mambos? Tener un mambo...
a) tener dinero
b) tener un amante
c) tocar en un grupo
d) trucar los coches

7. Tomemos una minuta. ¿Una minuta?
a) precaución
b) una cerveza
c) un descanso
d) un tentempié

8. ¡No! La poronga, no. La, ¿qué?
a) la droga
b) la pasma
c) la pasta
d) la polla

9. Es un sitio muy paquete. Muy, ¿qué?
a) bueno
b) cutre
c) pijo
d) popular

10. ¿Ta?
a) no
b) sí
c) puede
d) vale


¿Debilidad? ¿Guilty pleasure? ¡Dale!


IV. CURIOSIDADES VARIAS

1. Se dice que el nombre de Montevideo procede de la frase en portugués Monte Vide Eu (He visto un monte)
2. Hay plazas maravillosas en Montevideo (Cagancha, Treinta y Tres) y Buenos Aires (Vicente López)
3. En lugar de gorrillas aparcachoris, en Uruguay hay abrepuertas y encuentrataxis.
4. Federico García Lorca es todo un ídolo en el Río de la Plata al igual que Miguel Hernández, Joaquín Sabina (¡uf!), Serrat (¡ag!) y Mikel Erentxun (¡buf!)
5. Decían que Uruguay era la Suiza de América, pero, a juzgar por sus llanuras y su verdor, más bien es Holanda
6. Ahora resulta que la Avenida 9 de Julio de Buenos Aires, con sus 140 metros, no es la más ancha del mundo
7. Es verdad que, en el Río de la Plata, se ve a bastante gente tomando mate por las calles
8. Lo prometo: ¡qué pocos calvos hay por allá! Abundan las cabelleras en gente de todas las edades
9. No recuerdo otro lugar en el que haya más mujeres guapas que en Buenos Aires

10. Y los asados, los bifes, los filetes, las carnes en general, están más que EXQUISITAS.






¡No! ¡No puede ser que viva así / con este amor clava´o en mí / como una maldición!



V. EL OUTRO

Solo me queda decirles que, siendo Uruguay un paisito lleno de paisajes tanto urbanos como silvestres igualmente inolvidables, lo mejor que atesora es su gente -amable, generosa, cortés, apasionada- y su forma de hablar -cándida, agria, dulce: Encantadora.



Yo adivino el parpadeo de las luces
que, a lo lejos, van marcando mi retorno
...

·