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El título me viene de un disco de Talking Heads, excusa para extenderse, entre otras cosas, sobre la Historia de las Escuelas Oficiales de Idiomas. Uno es bastante torpe para casi todo: le salvan, si acaso, los idiomas.
Lo del inglés, como que se da por supuesto; empecé a los catorce años en la EOI de Valencia aunque fue porque los amigos se apuntaron y uno no podía ser menos. Al final, creo que fui el único que terminó ...unos quince años más tarde, en la Escuela de Idiomas de Córdoba examinándome de Quinto por libre. Lo más feo del inglés -estarán ustedes de acuerdo- es la diferencia entre grafía y pronunciación. Lo mejor, que le debo las lentejas.
Al estudiar Traductores e Intérpretes, mi segundo idioma fue el italiano, más que nada, por querer ser original y por lo que se parece al español. ¡Con lo difícil que es hablarlo y, sobre todo, escribirlo correctamente! Después de varias visitas a Italia en el último año, lo he ido recuperando en el sentido de apreciarlo más frente a su tono meloso-cantarín. Mi palabra favorita es sciopero, que no se pueden imaginar lo que significa.
En mi más tierna EGB, en Valencia me daban una hora a la semana de catalán, que me sirvió para tenerle apego y descubrirle palabras muy chulas/cool. Y me pongo TV3 para que me suene. Curiosamente, me sirvió para aprender y recordar otros idiomas.
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También hablo y entiendo (aunque no siempre) el castellano. En él consigo a veces expresar lo que pretendo decir. ¿Es el único que domino? Ni eso; es el idioma el que me domina a mí. Está por encima de mis capacidades. Al español le fallan los plurales: demasiadas eses, lo cual lo ha partido en dos con perdón de la exageración.
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Me gustaría conocer bien el portugués, que considero precioso. El griego me sonó muy bien cuando anduve por el Egeo. El ruso es más difícil que el árabe, pero me entusiama esa grafía que ayuda a leer el búlgaro, entre otros. Y tengo curiosidad por muchos más como el rumano, el hebreo y el lagarteiro.
Que no se enfade nadie si constato aquí los idiomas que me parecen menos atractivos: el vasco (lo siento porque me gusta mucho Euskadi y me he aprendido alguna expresión) y el holandés, que tiene unas jotas carrasposas en lo oral y unas aa en lo escrito que me parecen de lo más feo.
Poniéndome en plan Carlos V, me atrevo a afirmar que el inglés es el idioma para el amor (será por las canciones); el francés, para el cine (es responsabilidad de las películas en v.o.); el italiano, para el arte (sobre todo, de vanguardia); el alemán, para la filosofía (por DH Lawrence); el árabe, para los negocios (la cosa del regateo); el ruso, para la política (Los discursos de Lenin están mal traducidos); el español, para hablar con Dios (súplicas, arrepentimientos, desahogos...); el portugués, para la literatura (Pessoa, Camoens... son nombres que suenan tan bien...). Es suficiente, gracias.
Me dijo ninita: "¡Con lo que se puede hacer y no se te ocurre otra cosa que matricularte en otro idioma!" Po zí: es un instinto que me nació el día en que mi señor padre me apuntó en Idiomas Lutecia cuando tenía una edad vulnerable hasta para lo bueno.
Sírvanse ustedes comentarme si les gusta algún idioma o idiomas en particular. No me lamenten que no sirven para las lenguas; sólo si les gusta alguna... Cuál ven como imposible. No me digan que hay que ver cuántos idiomas hablo (Mentira, todo mentira). Y si creen las Escuelas Oficiales de Idiomas necesitan renovar su metodología. O, al menos, sus experiencias puramente lingüísticas.
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