domingo, 4 de mayo de 2008
Hablar idiomas / Speaking in Tongues
El título me viene de un disco de Talking Heads, excusa para extenderse, entre otras cosas, sobre la Historia de las Escuelas Oficiales de Idiomas. Uno es bastante torpe para casi todo: le salvan, si acaso, los idiomas.
Lo del inglés, como que se da por supuesto; empecé a los catorce años en la EOI de Valencia aunque fue porque los amigos se apuntaron y uno no podía ser menos. Al final, creo que fui el único que terminó ...unos quince años más tarde, en la Escuela de Idiomas de Córdoba examinándome de Quinto por libre. Lo más feo del inglés -estarán ustedes de acuerdo- es la diferencia entre grafía y pronunciación. Lo mejor, que le debo las lentejas.
Al estudiar Traductores e Intérpretes, mi segundo idioma fue el italiano, más que nada, por querer ser original y por lo que se parece al español. ¡Con lo difícil que es hablarlo y, sobre todo, escribirlo correctamente! Después de varias visitas a Italia en el último año, lo he ido recuperando en el sentido de apreciarlo más frente a su tono meloso-cantarín. Mi palabra favorita es sciopero, que no se pueden imaginar lo que significa.
En mi más tierna EGB, en Valencia me daban una hora a la semana de catalán, que me sirvió para tenerle apego y descubrirle palabras muy chulas/cool. Y me pongo TV3 para que me suene. Curiosamente, me sirvió para aprender y recordar otros idiomas.
Tarde, pero todavía vivo, tuve la aparición iluminadora del francés en la Escuela Oficial de Idiomas de Córdoba con unas profesoras excelentes, y me pareció tan suave y, al mismo tiempo, tan recio que enseguida lo catalogué como el idioma más bonito (de los que conozco). En Málaga no tuve tanta suerte con los maestros y lo dejé en 4º. Ahora lo entiendo regular, pero se puede leer. Lo peor que tiene son las excepciones a las excepciones en su gramática.
Hace tres años empecé con el porque eso de encantarle a uno Marruecos y no pasar de "Shukran" era inaceptable. Me encontré con unas palabras sonoras, agridulces, pero muy complicadas de memorizar. La escritura, por supuesto, sigue siendo una joya para los amantes de la caligrafía comme moi. Una vez más predominó la figura del profesor y, después de un feliz 1º en la EOI de Málaga, tropecé en 2º con un profesor con la cabeza medio ida además de con un horario matador. Todavía tengo colgado el alifato en la cocina, pero, por mucho que me ponga Al-jazira, no me entero de papa.
Dejemos el alemán (tres meses de estudio y los 70 fascículos de Salvat cortesía de mi señora madre cuando uno era jovencito), idioma atractivo y difícil como pocos. De un idioma valoro, más que nada, la sonoridad; y ahí el alemán se coloca entre mis preferidos.
También hablo y entiendo (aunque no siempre) el castellano. En él consigo a veces expresar lo que pretendo decir. ¿Es el único que domino? Ni eso; es el idioma el que me domina a mí. Está por encima de mis capacidades. Al español le fallan los plurales: demasiadas eses, lo cual lo ha partido en dos con perdón de la exageración.
La última barbaridad que he cometido ha sido apuntarme en 1º de chino de la Escuela de Idiomas. ¿No tendría que terminar alguno de los estudios que dejé a la mitad? El pretexto ha sido tener alumnos procedentes de la República Popular, pero me parece que va a ser un esfuerzo demasiado grande... Y no tengo ni idea de antemano ni tampoco me ha llamado mucho la atención aquel país.
Me gustaría conocer bien el portugués, que considero precioso. El griego me sonó muy bien cuando anduve por el Egeo. El ruso es más difícil que el árabe, pero me entusiama esa grafía que ayuda a leer el búlgaro, entre otros. Y tengo curiosidad por muchos más como el rumano, el hebreo y el lagarteiro.
Que no se enfade nadie si constato aquí los idiomas que me parecen menos atractivos: el vasco (lo siento porque me gusta mucho Euskadi y me he aprendido alguna expresión) y el holandés, que tiene unas jotas carrasposas en lo oral y unas aa en lo escrito que me parecen de lo más feo.
Poniéndome en plan Carlos V, me atrevo a afirmar que el inglés es el idioma para el amor (será por las canciones); el francés, para el cine (es responsabilidad de las películas en v.o.); el italiano, para el arte (sobre todo, de vanguardia); el alemán, para la filosofía (por DH Lawrence); el árabe, para los negocios (la cosa del regateo); el ruso, para la política (Los discursos de Lenin están mal traducidos); el español, para hablar con Dios (súplicas, arrepentimientos, desahogos...); el portugués, para la literatura (Pessoa, Camoens... son nombres que suenan tan bien...). Es suficiente, gracias.
Me dijo ninita: "¡Con lo que se puede hacer y no se te ocurre otra cosa que matricularte en otro idioma!" Po zí: es un instinto que me nació el día en que mi señor padre me apuntó en Idiomas Lutecia cuando tenía una edad vulnerable hasta para lo bueno.
Sírvanse ustedes comentarme si les gusta algún idioma o idiomas en particular. No me lamenten que no sirven para las lenguas; sólo si les gusta alguna... Cuál ven como imposible. No me digan que hay que ver cuántos idiomas hablo (Mentira, todo mentira). Y si creen las Escuelas Oficiales de Idiomas necesitan renovar su metodología. O, al menos, sus experiencias puramente lingüísticas.
.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)