Bi Polar

lunes, 8 de febrero de 2010

Viaje por países pequeños ...................... / Travelling around small countries

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Tomamos prestado el título a un álbum del ochentero poch más que a una canción de los noventeros La Buena Vida... Gusta esa combinación de palabras porque sugiere mucho movie-miento: saltar de un país a otro, cruzar fronteras cada pocos días y escuchar idiomas distintos pero cercanos geográficamente.

Es curioso: atraen los países pequeños a alguien que se siente lejos de los nacionalismos. Son como pueblos con encanto en vez de grandes ciudades de las que habla todo el mundo. Suelen albergar a gentes hospitalarias, deseosas de recibir a visitantes interesados en lo menos llamativo.

Así, este verano pasado conocimos Chipre, del que se habló antes y después del viaje. Ahora, aprovechando la temporada baja (aeropuertos tranquilos, ausencia de colas, menos prisas), nos vamos unos pocos días a... Uruguay.

Lo primero que llama la atención es su nombre oficial: República Oriental de Uruguay. ¿Oriental? Ya me dirán ustedes por qué.

La bandera es una manifestación de popart de buen gusto. También sabemos que a los uruguayos les gusta el fútbol, que es tierra de tangos y patria del escritor Mario Benedetti, y que están encajonados entre dos colosos - esos de los que hablan todos: Brasil y Argentina.

Está claro que, sin ser un país maltratado por los atlas (¡Bendito Mar del Plata!), se habla poco del Uruguay. Por eso, en estos últimos días hemos aprendido que es el país de los charrúas aunque estos fueran masacrados al poco tiempo de alcanzar la independencia. Que dos de los partidos políticos prominentes llevan nombres de colores, como son el Blanco y el Colorado. Y que, ahora mismo, deben disfrutar de una temperatura de 25 grados en una ciudad de un nombre tan hermoso como Montevideo (¿No les gusta?).

La gran pregunta: ¿Por qué ir allà? 1º) Por descubrir paisajes anónimos. 2º) Por escuchar el español rioplatense y 3º) por respirar por primera vez en el hemisferio sur. Al final del viaje, sabrán ustedes otros motivos de este, de momento, también desconocidos por uno mismo.

Ha influido la apabullante calidad de dos películas uruguayas vistas en los últimos tiempos: Gigante y Whisky. De la primera hablamos aquí en una entrada reciente; de la segunda hay resaltar su preciosismo y una atmósfera de saudade más que conseguida.


Yo quiero ir a Cannes

Fundamental para el sensualista, debería influirnos la música del paisito, que es como - ya se comprobará- se refieren los uruguayos a su país. En el nuestro, nos suena un charlestón que tiene su gracia. Escúchenlo aquí.

Espero, además, que, dentro de pocas semanas, escuchemos más de cerca a estos punteros del pop uruguasho y perdonen la publicidad que se escucha al principio de cada copla:


¿Cómo? ¿Un ska estereofónico?


¿Pero por qué tanto ska por allá? ¿Eh?

Vamos, que con tantas expectivas, dan muchas ganas de pasearse por el Pocito disfrutando de un buen mate mientras se escucha un "¡Dale!" como señal de aprobación.

Países pequeños. No se trata de microestados como Andorra o Ciudad del Vaticano, sino pueblos con cierta entidad y no poco carácter. Así, les ruego que me digan a qué les suena uno como Uruguay. ¿Les suena de algo? ¿Han visto esas pelis? ¿Y cómo les suenan esas canciones que hemos puesto? ¿O no viajan ustedes a sitios de los que se habla poco?
El sensualista espera un lugar lleno de sentidos.
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