. Continuamos la saga de los países pequeños. Los últimos viajes han tenido como destino países de poca extensión, a saber, Chipre y Uruguay. Ahora le toca el turno al techo de la Tierra -¡oh, ah, la aliTEración!- y a él también se le pueden aplicar las características de este tipo de naciones.
Con todos ustedes, ¡la República Federal de Nepal! Primero de todo: es de los viajes que peor llevamos preparados aunque bien es verdad que, a día de hoy, nos quedan casi dos semanas para salir de Madrid, hacer escala en Doha, capital de Qatar, y plantarse en el aeropuerto de Katmandú.
Punk-rock de un primo carnal del sensualista
¿A qué les suena a ustedes Nepal? A trekking, a Himalaya, a guerrilla maoísta, a influencia hundú, a hippies colgados, a regicidio espantoso, a exiliados tibetanos, a proclamación de República, a convivencia religiosa, a huelgas inesperadas y, sobre todo, a amabilidad de habitantes agradecidos.
El contacto del sensualista con este país viene de la mano de almas generosas como las de Bibhushan, Pushkar, Sudeep y Sharmila. ¿Conocen a algún nepalí? Pues el autor de esta especie de blog sí ha tenido esa suerte.
Música pop 'normalita' en el techo del mundo
La idea de este viaje está lejos de perderse en las montañas y de seguir un cursillo de meditación transcendental -aunque nunca se sabe. Se pretende descansar, empaparse de vida nepalí conociendo templos y mercados sin dejar de admirar vistas de cimas y lagos.
Creo que Pokhara es lo más
Pretendemos, por ejemplo, conocer Bollywood más de cerca así como tomar unos exquisitos momos y hacer una excursión una a la localidad de la imagen que figura más arriba. ¿Una excursión? ¿Qué es del viajero infatigable que, una vez situado en plena Bramaputra, a decenas de miles de kilómetros de su residencia habitual, se dedicaba a recorrer rincones y vericuetos del país que visita? ¿A quién hay que pedirle responsabilidades? Queridos amigos: la culpa la tienen los monzones y sus terribles lluvias, que tienen lugar en julio y agosto. Ay, qué sustillio
Tranquilos, que llevamos todas las vacunas posibles.
Otros viajes ya dieron la oportunidad de protegerse de ignotas enfermedades. En la consulta del Servicio de Sanidad Exterior, la amable médico espetó un "No he visto una tarjeta sanitaria tan actualizada".
Si le quitas los guitarrazos... a mí me gusta (aunque no se qué va)
Ahora les toca a ustedes. Tan solo digan ¿A qué les suena Nepal? Porque el sensualista quiere aprender o, al menos, conocer otras impresiones. Namaste! .
Vale, vale: ¿alguien se ha sentido ofendido? No era esa la intención. Para que vean que no se trata de un texto anti-algo, les contamos cosas que nos gustan de esta tierra, DIEZ MOTIVOS PARA VIVIR AQUÍ:
1. Esta gente ha demostrado una capacidad de evolución social -la más compleja- que ya la quisieran otros: es verdad que no la conoce ni la madre que la parió desde la desaparición del régimen dictatorial. Se vive de un modo sorprendentemente positivo la convivencia con un chico homosexual o la proliferación de playas nudistas. Bueno, sí: queda mucho por hacer.
2. Vamos con el tópico de que la comida está muy rica y que hay de (casi) todo. Cierto. Como lo es que, todavía, muchas conversaciones suelen tener el buen gusto de tratar de la calidad de los alimentos, de cómo condimentar y de la forma de presentarlos. ¡Ah, esos mercados de abastos!
3. La distribución del tiempo responde a criterios sanos. No podemos decir que la partición de la jornada laboral sea buena para la economía, pero, para el que puede, ¡que bien viene una siesta! No se habla de siesta de pijama, padre nuestro y orinal, sino del relax que debe seguir a la ingestión de alimentos saludables.
4. Hay una variedad de climas que permite gozar del calor y disfrutar del frío. En el verano abrasador es posible pasar fresquito a no muchos kilómetros. Tampoco queda lejos encontrar calor en pleno invierno. Tenemos una primavera que acaricia y que tonifica y que la sangre altera.
5. La riqueza lingüística de esta nuestra Espanya es un hecho al que, por cierto, deberíamos prestar más atención. Ya se opinó aquí sobre los atractivos de los idiomas y dialectos hablados por estos pagos; no me canso de subrayar la belleza del catalán. Sí, del castellano, también, pero ¿y si lo mimáramos un poco más?
Sí, sí, mucho "profesorado", "alumnado", "jóvenes" y "jóvenas", pero ¡que vengan los colombianos y que nos ayuden ya!
6. Los hombres y las mujeres son guapos y guapas. O eso le parece a uno porque es de aquí y le gustan sus iguales. También se lo pueden preguntar a Ava Gardner o a Norman Foster, que han podido escoger por donde les ha dado la gana. Aterrizar en Barajas también tiene esa alegría para la vista.
7. La familia y el apoyo al hijo o hermano en momentos trágicos no se da como aquí. En épocas de grave crisis económica o, más difícil todavía, personal, la víctima encuentra un sostén que contribuye a salvar a todo un Producto Interior Bruto de la debacle más estrepitosa. La sobreprotección tiene sus ventajas.
8. Gusta poder disfrutar de la noche. En las ciudades, es fácil encontrar un sitio abierto a las tantísimas o incluso toparse con alguien a quien contarle penas o con el que compartir alegrías a horas intempestivas. Acostarse bien tarde no está nada mal visto.
9. La frase es "Para ser pintor genial, hay que haber nacido en España" (A.G.). Saber que sobreviven las obras de don Diego de Velázquez garantiza momentos de éxtasis. Reconocer que aquí las artes plásticas han evolucionado de forma sabia puede llenar de orgullo. Algo esto tiene que ver con un patrimonio artístico impresionante empezando por los centros históricos de la mayoría de pueblos y ciudades.
10.El décimo -el de lotería, no- también se lo dejamos a ustedes. Seguro que tienen en la mente otra virtud patria que puede o no puede coincidir con la que aquí ocultamos. Sírvanosla si tienen a bien.
. ¡Ep pañia es la mejor! ¿La mejor nación? ¿La mejor selección? ¿La mejor ensalada? ¿La mejor? Después de fruncir el ceño, el sensualista siempre se ha hecho preguntas al escuchar esta canción, que nos habla de un país casposo, turístico y vendible. Y eso que no tenemos sino palabras de simpatía hacia el Sr. Escobar.
La tierra del amor... Y se oye este ¿refrán?
Para un sensualista, esta copla es paradigma de lo cutre frente a la imagen de modernidad con la que prometen dotar a este país los gobiernos y presidentes de turno. Ardua y nunca terminada tarea, ya que tenemos diez motivos para suponer que ESPAÑA ES UN PAÍS CUTRE:
1. Los suelos de los bares -o establecimiento público más abundante en el solar patrio y que hace las veces de restaurante, discoteca, club social, confesionario, salón de TV, consulta psicológica y escenario de tertulias e incluso de atentados- están sucios (o guarros) y nos animan a que lo sigan estando por no hablar del estado de los servicios de los mismos...
2. Persiste un aire de superioridad en la ignorancia, que se traduce en un "Que inventen ellos", que viene a ser un "Ep·paña es laaa mejoooor" pero en culto. De ahí que se cometa la bar-ba-ri-dad de doblar las peliculas. De ahí se le tenga manía a lo francés -¡con lo que tenemos que aprender de ellos!-, a lo catalán -la palabra "español" es catalana- y a lo moro -sabiendo que nuestros rasgos son un poco marroquíes.
3. La clase media española padece un nivel cultural inferior al de, por ejemplo, la clase media latinoamericana. Ello explica que se desconozcan idiomas que no sean "el cristiano". ¿Letreritos en el cine? ¿Para qué? ¡Ah, que se nos olvida que no estamos tan habituados a la lectura! Porque ¿qué español no ha leído el Quijote? ;-)
4. Se nota -lo decía un perspicaz bloguero hace poco- que uno ha llegado al Reino de España nada más oír las primeras VOCES del empleado o viajero nativo. ¿Cómo se explica la afición a expresarse a grito pelado? Se explica asi: es el país del ruido, del pueblo que rinde culto el estrépito. Pasa una ambulancia -o un coche de policía (tenemos muchos tipos de policía- con su ensordecedora sirena y el público sigue con la vista al vehículo admirado de la potencia sonora con que se anuncia una emergencia.
5. Hay una asombrosa adoración hacia LA MASA: un espectáculo está bien si las gradas están hasta la bandera (¡ooole!), una fiesta popular es chula cuando el personal está bien apretujado y un servicio religioso -con boda, mejor- merece la pena si hay gente que tuvo que quedarse de pie. He aquí el ejemplo adecuado:
Qué chulo, ¿eh?
6. La omnipresencia del fútbol y de la Iglesia Católica es, como mínimo, curiosa. Se da una atracción irresistible a ser del Madrí o del Barsa (no hay más equipos, no hay otra conversación) al tiempo que la palabra "cura" suscita interminables discusiones (vamos con la estaca o con la cruz detrás del sacerdote). Ah, claro que se alegra uno si La Roja (¿eufemismo?) gana todo lo ganable jugando bien, pues llevamos 8 Mundiales de Fúr-gol 8 de tantas promesas triunfales como de frustraciones y de juego ramplón. No, tranquilos, que no: que ya jugamos mejor.
7. Casi todo el mundo sabe que el Estado de las Autonomías es un fiasco, pero ¡qué pocos mueven un dedo para decirlo! Hemos llegado al localismo más patético, a pelearnos por sandeces, a estar controlados por más gobiernos que ningún otro país. Ya puestos en lo político, no está de más recordar la ignorancia sobre hechos históricos tan evidentes (ver punto 3) como que la Segunda República fue catastrófica en casi todos los órdenes, que la convivencia entre moros y cristianos no es más que una ilusión y que la re-acción a la dictadura centralista del general Franco ha hecho que el cuento burgués de las autonomías se nos haya ido de las manos.
Pulsen y vean
8.A los celtibéricos e insulares les gusta hablar, conversar, charlar y cotillear. El teléfono móvil causa estragos en la piel de toro; es el verdadero Dios: está en todas partes y merece obediencia y sumisión. Hablar también significa no hacer sino quedarse en las palabras: conseguir que sea la nación con más leyes que no se cumplen. 9.La bandera nacional (se entiende que de España) es de una sosería supina con perdón de los que la enarbolan en estos días de fervor patriótico. Rojo, amarillo y, otra vez, rojo. Tres bandas horizontales. Menos mal que está el escudo aunque tampoco resuelve gran cosa. Con la Unión Ibérica estaría mejor:
10. El décimo motivo de la cutreidad se los dejo a ustedes. Seguro que pueden aportar su elemento cutre preferido. Nos hemos dejado uno de los gordos a propósito y quizá coincidamos.
Viene el sensualista de ver una película, Villa Amalia, en la que la protagonista -sublime Isabelle Huppert- llora mucho y bien.
Me pasa el propio sensualista un texto diciéndome que la cosa va de lloros: "Les voy a contar tres momentos de lágrimas. Como, por fortuna, la desaparición de un ser cercano todavía no me ha tocado fuera de los abuelos o abuelas, les relato, pues, tres momentos de lloros que no tienen que ver con la muerte.
Mi canción preferida sobre el acto de llorar:
PRIMER MOMENTO.Febrero; verano meridional: estoy en un autobús -omnibús; colectivo- que parte desde la zona de Pocitos en Montevideo (Uruguay) al aeropuerto de Carrasco, en esta capital.
Ya he derramado unas lágrimas antes, en una despedida en la que no sé lo que siento. Me he recuperado, pero, otra vez y ya metido entre dos asientos y rodeado de varias bolsas y una voluminosa valija (ay, maleta), me doy cuenta del apego que puedo sentir por una tierra que acabo de conocer y también por una forma de ser cálida y cauta, generosa e inteligente, amable y amada. Es entonces cuando no sé qué siento aunque debe ser muy fuerte. ¿Amor? ¿Es demasiado fuerte hablar de amor? ¿Deseos de romper con el pasado? ¿Miedo a romper con una vida de estabilidad? ¿Una cierta desolación?
No: es más sencillo que todo eso. Se trata de simple y llana confusión, el Me siento perdido, o un No sé qué hacer con mi vida, otro Lo menos que quiero es volver a hacer lo que hago normalmente, y un posterior Aquí podría estar mejor, pero no estoy seguro. Incluso un nuevo Aquí podría disfrutar de una vida sentimental llena.
Mientras el bus recorre el alargadísimo pero terminable paseo marítimo de Montevideo y vislumbro que, alguna vez, ese paseo va a llegar a su fin; que, de un momento a otro, va a aparecer la terminal del aeropuerto y que -en fin- me espera un mundo de oscura rutina y pocas esperanzas al otro lado del Atlántico, los lagrimones no dejan de caer disimulados entre ojeadas a través de la ventanilla y hacia viajeros con equipajes transocéanicos . Sniff.
Tú no tienes la culpa de que el mundo sea tan feo
SEGUNDO MOMENTO. Ocurre una semana más tarde. Conozco desde hace años a una amiga y compañera con la que se han compartido días y noches de intensidad profesional, amistosa y también de ocio y diversión. Nos hemos contado confesiones inconfesables, hemos vivido -muchas veces, cada uno por su lado- experiencias de abandono, desagradecimiento, frialdad, mejoras, recompensas, agobios, caídas y recuperaciones.
Cuando este ser objeto y sujeto de profundad amistad da vida a una personita que se parece a ella (llena de gracia, belleza y vitalidad: no podía ser de otra manera), el teléfono en el que dejo grabado un mensaje de felicitación habrá registrado alguno de mis jipíos (vulgar suspiros) al tiempo que me invaden las lágrimas de alegría: la que me contagia el pensamiento de que la humanidad tiene la fortuna de contar con un nuevo habitante que procede de una persona maravillosa, guapa, única, ideal para hacer crecer a alguien con cariño y entereza.
Después de muchos llantos, una canción redonda:
TERCER MOMENTO. No podía faltar una películato cry to. Últimamente hemos llorado un poquito con Mamut, un bastante con El cónsul de Sodoma y un mucho con La nana, que no nos cansaremos de recomendar.
Les confieso una blandura: cuando, después de otras dos mujeres que no aguantaron la situación, llega una tercera criada -nana en Chile- a la suntuosa casa dominada por la nana que lleva toda su vida allí y cuando se espera que esta consiga que ninguna otra criada le haga sombra, esa tercera deja aflorar toda su capacidad de comprensión y de ¿amor?
Lo diré: esa palabra entreinterrogada puede hacerse real en forma de entrega y de esfuerzo por comprender al prójimo. En esos instantes en que uno espera el rechazo o el enfrentamiento, surge la caricia interior y el deseo de escuchar. Es demasiada la emoción que me llama diciendo "Hay que ser capaz de dar más amor" mientras habla el personaje de Lucy que, entonces, buááá.
El sonido de las lágrimas, número uno en todo el mundo:
La conclusión es que, sin embargo, no gusta eso de que alguien me descubra llorando. ¿Les molesta a ustedes? Puede que sea de mal gusto lloriquear. Pero ¿y ustedes? Imagino que la pérdida de un ser próximo y querido les habrá hecho llorar. Mas sorpréndannos con otras lloreras: ¿Amor no correspondido? ¿Amanecer o puesta de sol inolvidables? ¿Quedarse sin dinero (sic)? ¿Sobrecogerse ante un paisaje? ¿Ante películas (¿qué película?) ¿Oyendo música (¿qué música?)? ¿Sensación de impotencia ante qué situaciones? ¡Cómo? ¿Que se les ha olvidado la última vez que soltaron unas lágrimas?
Recuérdenme canciones y películas en las que se llore como Magdalenas. Aunque sean coplas de The Beatles (¿Conocen "Cry for a Shadow", "I´ll Cry Instead" o cierta perla del doble blanco?), Roy Orbison (valeee), Peret (pues bueno), Eric Clapton (¡Uf!), Diego el Cigala (¡Ojú!), Bob Marley (este sí que me gusta), Björk (cada vez menos), The Cu(t)re... Dale: el tema dista mucho de ser original en el mundo de la canción.
El Museo de los Horrores: versión en español de "Le téléphone pleure"
A mí me gusta llorar cuando quiero llorar. Es mucho mejor que esperar un llanto que no acaba de acudir ante una llamada de socorro."
. Después de aprobarlo todo, no he tenido tanta alegría como pensaba. Este fenómeno me sucede todos los años. Más que alegría, es una gran felicidad que me invade dulcemente. S.D.
Es una cita muy sensualista que al Sensualista le ha gustado de toda la vida. No decimos de quién es; lo dejamos en las iniciales porque lo que vale es la idea independientemente de a quién se le ocurrió.
También es época de exámenes y de ellos hablamos procurando cumplir con la prohibición (sic) de hablar de trabajo en esta especie de blog. Se trata de 4º de Francés de la Escuela Oficial de Idiomas. La profesora ha dado unas clases llenas de seriedad, gracia, cultura y dardos inteligentes. La lectora ha inundado de juventud, carillas, perspicacia y diversidad una hora a la semana. Los compañeros han demostrado madurez, compañerismo, simpatía y voluntad. El examinando ha estudiado como hacía mucho tiempo y ha obtenido su satisfactorio Apto.
Después viene la frase: una sensación de feliz alivio. No es explotar dando saltos de alegría -recordemos que ese sensualista se siente ajeno a las grandes demostraciones sea de júbilo sea de congoja. Es una paz -con subida de ego incluida- que anula la mala noticia del día, que ya queremos olvidar cuál era.
Así de pronto, uno recuerda como importante el examen de ingreso en la Escuela de Traductores e Intérepretes (ex EUTI; ahora FATI, je je) porque no se sabía cómo iba a ser esa cosa llamada examen de inglés y de italiano. ¿Cómo no acordarse de las oposiciones por las que ha pasado medio sur de España? Ahí también cuenta la suerte y la oportunidad.
Quizá el examen más meritorio fue la prueba del temido Proficiency, coincidiendo con treinta personas preparadas todas ellas en la Academia Británica para tal evento excepción hecha del sensualista, que se pasó más de dos meses viendo en su VHS una y otra vez los mismos noticiarios en inglés presentados por Peter Jennings (¿recuerdan?) -porque hace más de diez años las masas no disponían de interné, ni de deuvedés ni de televisión vía satélite. Más de dos meses evitando toda lectura, audición y visión en otro idioma que no fuera el de Shakespeare. Después, la gran satisfacción: una brillante A. No podía ser verdad, pero lo era, tras superar una comprensión escrita que ya conocerán ustedes a su debido tiempo.
Sn embargo, difícilmente encontraremos canciones que traten de exámenes y mucho menos de oposiciones. Como dijeron que los PetShopBoys que el título del (magnífico) disco que le hicieron a Liza Minelli tenía ver con los resultados de una prueba, les dejo una canción de tal maravilla, pero...
Pero no: aún después de pensar un rato, no damos con una canción que trate de exámenes. Al final va a ser verdad que La música pop refleja la realidad tal y como NO es (Tampoco les diré quién pronunció tal perla). Ahora viene lo peor: que tampoco nos acordamos de películas centradas en el insondable mundo de las pruebas de evaluación.
Ya dedicamos aquí un texto a las oposiciones. Hoy, a los exámenes en general. A partir de este momento, les toca a ustedes: cuenten, si tienen a bien, sus experiencias en oposiciones, sus recuerdos de esos exámenes de BUP (perdón, de Bachillerato), aquellos tiernos controles de la EGB (o Primaria), las fatales suficiencias o recuperaciones de septiembre en las que todo se juega en unas pocas horas de un solo día, o incluso las partes teóricas y prácticas necesarias para adquirir su carnet de conducir.
O expláyense con relatos de sus aventuras o desventuras en las que las chuletas tienen un papel protagonista. ¿Que no? ¿Que nunca jamás utilizaron chuletas? Ah, ¿que nunca pasaron nervios antes, durante y después de un examen? Ya veo: que algunos de ustedes opinan que los exámenes no sirven para nada.
Desde luego, para componer canciones o rodar películas, no tienen gran utilidad. Hasta que alguno se acuerde de una letra o de una peli que trate del tema. De uno de los 9 temas que entran, claro.
No tiene absolutamente nada que ver, pero es casi obligatorio disfrutar esta obra de acción, amor y absurdo. De lo mejor del año. Viva Chile. .
-(...) Piensa en un niño recién nacido. Llora y grita, y, si no se le da leche, se chupa el dedo. ¿Tiene este bebé una voluntad libre? -No. -Entonces, ¿cuándo obtiene el niño la libre voluntad? A los dos años corretea por todas partes señalando lo que hay a su alrededor. A los tres le da la lata a su mamá y, a los cuatro, de pronto, le entra miedo de la oscuridad. ¿Dónde está la libertad, Sofía? -No lo sé. -A los quince años se pone delante del espejo y hace sus pruebas con el maquillaje. ¿Es ahora cuando toma sus propias decisiones personales y hace lo que quiere? J.G., El mundo de Sofía Esto sí que es tomárselo en serio
¿Hace ya lo que quiere un ser humano que, a los diecisiete años, se decide por una carrera universitaria a la mañana siguiente de haberse emborrachado? ¿Toma ya sus propias decisiones quien se casa a los treinta? ¿Es libre cuándo, a los pocos años, se separa de la persona de la que estuvo perdidamente enamorado? ¿Lo es el que se deja llevar por falsas promesas y sufre la peor de las bancarrotas?
La Primera Comunión es el primer cuadro con que Pablo Picasso intenta presentarse como un pintor serio
Cuando una encantadora niña de nueve años toma su primera comunión dentro de un ritual que nos cuesta comprender a muchos mayores, dudamos de que se encuentre en un estado de madurez como para entender que en una lámina de pan puede habitar el cuerpo de alguien que murió hace más de dos mil años.
Una personita de nueve años es un ángel. Salvo excepciones, es un ser inocente con una cara inocente, un cuerpo inocente y, lo más importante, una mente inocente. Después de verla feliz, como a Napoleón aquel día, no sabe uno si procede recurrir a moralidades o a opiniones por-encima-del-hombro.
A ese querido ángel solo se le puede decir: "que, en un futuro, seas tú y, a ser posible, nadie más que tú quien tome tus decisiones. Que seas dueña de tu propia vida. Que, cuando seas supuestamente mayor, nadie decida ni opine por ti."
Ya está puesta al principio la imagen del sensualista a sus tiernos nueve años en un 3 de junio en el día de su Primera Comunión, de la que, más que nada, ahora recuerda 1) el calor que le producía un cuello alto de una especie de jersey de manga larga y 2) lo mucho que se divirtió en el correspondiente convite mezclando bebidas hasta lograr el bebraje más asqueroso que se pudiera imaginar.
Pero también se acuerda 3) del sol espléndido que lucía en la ciudad de Valencia (España) y 4) de lo increíble que le pareció que familiares de puntos muy distantes se pusieran por primera vez de acuerdo para coincidir en ese acontecimiento del que su hermano y él eran indiscutidos protagonistas. Esto es decir que aquello debía ser algo de importancia.
Dentro de los varios rituales que marcan la transición de la infancia a esa madurez que quizá no llegue nunca del todo, las primeras comuniones siguen marcando un hito en nuestra católica España. Explíquenle a un calvinista nórdico que mayo es el mes de las comuniones o que ciertos restaurantes se anuncien con el lema "Bodas. Bautizos. Comuniones" para captar más clientela. Aquí, BBC quiere decir eso.
Sin embargo, ni siquiera con letras en español se encuentran canciones que hablen de la Primera Comunión. ¿O conocen ustedes alguna?
Lo que sí se conoce es una Obra Maestra Absoluta de Ken Loach que gira en torno a la celebración de la First Communion de una niña. Hagan el favor de ver atentamente el tráiler de Lloviendo piedras. Por una vez, lamentamos no podérselo ofrecer también en castellano.
Lloviendo piedras: amor, desamor, entrega, violencia, intriga, padres, hijos, drogas, religión. Fíjense en el momento 0:18 con el cura justificando la celebración de la primera comunión y en el 1:46 con el objeto principal de toda la historia.
Falta lo personal. ¿Cómo recuerdan su Primera Comunión? ¿Tienen, como el sensualista, más presente la vestimenta o el convite que otros aspectos más... espirituales? ¿O ni se acuerdan de cómo los vistieron? ¿Había mucha gente? ¿Leyeron en misa? ¿Cantaron cuplé católico? ¿Lloraron sus papás? ¿O no se acuerdan de nada?
Ah, si dan con una copla en la que se mencione este acontecimiento, háganlo saber.
. ¿Cine, teatro o televisión? Esta era de las preguntas que se hacían a los famosos en una de las más conocidas revistas del corazón en los años setenta. La respuesta del sensualista ya la conocen ustedes.
Se dirá que no hay por qué elegir. Y es verdad. Pero, ¿qué ocurre en una velada de viernes en la que coinciden en la hora distintas propuestas? Que hay que decidirse por alguna y, entonces, gana el cine casi más por estar en una sala que por la película en sí.
Anoche, después de bastante tiempo, asistió el sensualista al teatro. Se quedó decepcionado con el Platonov del Centro Dramático Nacional: mucha escenografía, demasiados actores y actrices, y excesivo número de gritos y voces destempladas. El teatro debe sorprender; en este caso, dio de sí lo que se esperaba; es decir, no mucho.
De la televisón hablamos otro día, que es más variada y loca. De cine vamos a decir que, en la actualidad, está viviendo una época dorada. En serio. El sensualista ve en los últimos años, películas sublimes, magistrales, conmovedoramente realizadas, como nunca antes en más de un siglo de cinematografía.
A falta de la lista de los mejores films de 2009, que -sí- hay que publicarla porque en ella descansan verdaderas obras de arte, ya hemos visto en 2010 tres maravillas en un corto espacio de tiempo.
Fish Tank (Andra Arnold, 2009) recoge lo mejor de los modos y maneras de Ken Loach, cineasta social que ha perpetrado auténticas joyas como Sweet Sixteen, Raining Stones o It´s a Free World (En un mundo libre, que es lo mejor de lo mejor de lo mejorcísimo).
Lo siento: está doblada.
Pecando ligeramente de previsible y de demasiado centrada en los conflictos, Fish Tank recoge una banda sonora que nos vuelve a demostrar la fuerza de la música negra (sic) más o menos actual, que va desde el funky setentero hasta el hip hop de ahora pasando por el r´n´b (pronúnciese ar an bi, je je) para adolescentes.
Es verdad: ¡qué p... es la vida!
Fish Tank tiene la virtud de jugar con las ambigüedades: de, por ejemplo, hacer que una frase como "Adiós, idiota; te odio" suene a una despedida rebosante de cariño. Esta es una muestra de una habilidad que brilla a lo largo de toda la película.
Segunda maravilla: ¿por que nos gusta con locura el cine francés? Porque tiene a los intérpretes más válidos del planeta y porque despliega una variedad que supera a la filmografía de los demás países. Aunque ha sido criticada como tópica, el sensualista le ve luces por todas partes a Welcome (Philippe Lioret, 2009), otra muestra de cine social con más condimentos de incertidumbre.
¡Oh, ah, al fin la versión original!
Se aprende con el séptimo arte. Uno ignoraba lo que pasa en Calais, frente a las costas de Inglaterra; no sabía tampoco que en la culta Europa se realizaran prácticas poco civilizadas y, por último, que uno no es el único que hace tonterías por desamor.
Vincent Lindon -ex de Carolina de Mónaco- es el actor encargado de interpretar al protagonista. El señor Lindon hace su papelón, desenvuelto como nadie. Después fuentes bien informadas nos dicen que, en la realidad, este actor es una persona retraída con problemas de tartamudeo.
Por último y abandonando el cine que llaman social, se nos asoma humildemente una joyita mayúscula. Argentina, también encargada de rodar magníficas historias y no menas magníficas interpretaciones, nos trae El último verano en la Boyita (Julia Solomonoff, 2009).
Ay, menos mal que es español original.
Aunque incluya niños y perros (verdaderas amenazas para el cine), El último verano en la Boyita es una obra llena de poesía auténtica y terrible, la que rodea a la llegada de la adolescencia y la que envuelve a los complejos de cada uno.
Refleja como pocas obras el peso que supone pertenecer a un género así como la ayuda que un ser humano puede regalarle a otro. Mientras se ve esta obrita, dan ganas no solo de vivir no también de superar el inevitable sufrimiento.
Hagan lo posible, pues, por no perderseEl último verano en la Boyita. No dejen de ver Welcome. Y que no se les pase Fish Tank. ¿Qué? ¿Que no han visto ninguna de las tres? ¿Que en la cartelera de su ciudad no han durado más de dos o tres semanas? ¿Que ni siquiera la han programado?
Uf, en un país tan mediocre en lo cinematográfico como es España, no es sorpresa que, abandonadas esas tres obras en la descarga o en el video-club, se conozcan todos los detalles del cine porquería en todas sus secuelas. Quede claro que no se refiere este calificativo a películas de Estados Unidos, país que, a lo largo de 2009, ha dado a luz a películas maravillosas (ya verán la lista).
Siempre es de agradecer que ustedes me recomienden alguna que hayan visto últimamente sea de la época que sea. O que. al menos, me digan cómo de atractivas les resultan las tres pelis expuestas más arriba. Vale: no es que destaquen por su sentido del humor, pero es que este sensualista prefiere ver historias dramáticas: así sale del cine y, si lo tiene, le dice a su acompañante: "¿Verdad que nuestras vidas no están tan mal?" .