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Jaime Gil de Biedma . Hasta el nombre suena bien. Casi igual de bien como su voz. Como el título de la película que ha estado en cartelera a principios de este año, El cónsul de Sodoma, en la que quedan reflejados los conflictos personales de un ser humano que no es como él quisiera ser.
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
("No volveré a ser joven")
¿Es que son ustedes como quieren ser? Hace no mucho, en una conversación entre compañeros de trabajo (¡Huy, peligro, que en este blog NO se habla de trabajo!), tres personas sacábamos a relucir rasgos de la propia personalidad que no nos gustaban. Me temo que esos -al contrario que la nariz u otros apéndices- no son operables, al menos, en un quirófano.
...both of us we were in very high spirits, -
Chinchón if I remember- we kept playing old lyrics
Sung by Judy Garland, thought the world was a friend
And talked ourselves to drunkenness for hours without end.
("A Gabriel Ferrater")
Parece que la película El cónsul de Sodoma haya estado dirigida por dos directores a juzgar por lo muy diferentes que son las dos partes que se podrían establecer en ella: por un lado, una primera (con todos los vicios insoportables del cine español: sobreinterpretación, tramas mal hilvanadas, rojos buenos y fachas malos) y, por otro lado, los treinta últimos minutos (trepidantes, íntimos, extáticos, enormemente certeros en el retrato de una persona enferma, sensible y vividora).
Los momentos finales de la película resultan, pues, emocionantes. Cuando nos toque plantearnos cómo vamos a vivir -recalcando lo de vivir- los días justamente anteriores a una muerte atendida, no estaría mal repasar los últimos minutos de la película. A este respecto, chapeau para Jordi Mollá.
Que la sinceridad
con que te has entregado
no la comprenden ellos,
niña Isabel. Ten cuidado.
("A una dama muy joven, separada")
En Jaime Gil de Biedma (1929-1990) suenan muy buen, además, los títulos de sus libros: Según sentencia del tiempo (1953), Compañeros de viaje (1959), Moralidades (1959), Poemas póstumos (1968) y Las personas del verbo (1982), libro recopilatorio de su obra po
No es el mío este tiempo.
(...)
Amanece otro día en que no estaré invitado
ni a un momento feliz. Ni a un arrepentimiento
que, por no ser antiguo,
-ah, Seigneur, donnez-moi la force et le courage!-
invite de verdad a arrepentirme
con algún resto de sinceridad.
("De senectute")
Es verdad que la tristeza que se respira en este poeta -a quien que le tocó una época que, verdaderamente, no era la suya- le convierte en carne de cantautores depresivos o de ocurrentes pretenciosos a lo Búnbury, que ya ha perpetrado una de las suyas con la obra de nuestro autor. Por eso a uno le parece muy bien que la última canción que suena en la película El cónsul de Sodoma sea esta:
Años de SIDA y acid
Antes de ver el biopic, uno se temía escuchar poemas recitados por una voz gangosa inspiradora de pensamientos funestamente suavones. Pero no. Esos recitados -que suponen una especie de videopoemas- llegan a conmover.
En un viejo país ineficiente,
algo así como España entre dos guerras
civiles, en un pueblo junto al mar,
poseer una casa y poca hacienda
y memoria ninguna. No leer,
no sufrir, no escribir, no pagar cuentas,
y vivir como un noble arruinado
entre las ruinas de mi inteligencia.
("De vita beata")
Gran parte de la obra de este poeta barcelonés está marcada por el conflicto entre cómo uno es y cómo le gustaría ser. Hay personas que detestan su propio carácter irascible, otros no pueden soportar su racanería y hay quien no se aguanta porque tiende a mentir compulsivamente. Igual que Jaime Gil no podía con su inclinación a la sinceridad, me he enterado de que el sensualista odia su... permeabilidad. Si tienen a bien, pregúntenle a él qué quiere decir.
Si no le comentan nada de su Gil de Biedma, respóndanle a esas preguntas que tanto le gustan: ¿Qué rasgo de su personalidad cambiarían? ¿Qué no les gusta de su forma de ser y llevarían al quirófano si pudieran? ¡No me digan que su generosidad, que eso nunca sobra! Por supuesto, dejense tanto de posturas petulantes como de falsas modestias.
...Por cierto: me susurra el sensualista que Jaime Gil de Biedma sí era un sensualista con todas sus contradicciones. Ah, aquí está su voz en uno de los poemas que mejor dibujan ese conflicto:
...es un resto penoso, / un intento patético. / Mientras que tú me miras con tus ojos / de verdadero huérfano, y me lloras / y me prometes ya no hacerlo. // Si no fueses tan p...!
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