Bi Polar

lunes, 19 de abril de 2010

Los abuelos de Patricia . . . . . . . . . . . . . . . . . / Patricia´s grandparents

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Esta es la banda sonora, pero uno quería que fuera la que figura al final.


Casi nadie se acuerda de Patricia, con lo atractiva que es todavía. De hecho, a mí me la ha tenido que recordar el sensualista. Me dice que a él mismo se le han olvidado muchos aspectos de su vida. Por eso quería aprovechar para hablarnos de su familia.

Patricia nació de padres jóvenes. Su mamá venía de otro continente. Me comenta el sensualista que no recuerda cuál, pero, sabiendo que está a varios miles de kilómetros de distancia, tampoco importa tanto. Sus padres convivieron los años de la infancia de Patricia hasta que su mamá se fue a su país de origen.

Al poco tiempo, su padre -objeto de una mezcla de veneración y temor ocultos por parte de Patricia- se fue a vivir con una de las mujeres más activas que se han conocido en estos lugares: sumamente inquieta, rebosante de personalidad y siempre sorprendente. Bastaron estos tres rasgos para que no fuera fácil el trato con los abuelos de nuestra protagonista. Su padre pudo convivir un tiempo con aquella mujer que, finalmente, se mudó a la gran capital en busca de sensaciones más fuertes.


Esplendor de aquí y de ahora

Patricia se quedó a vivir con su papá hasta que ella dio su primer paso en la convivencia con una persona elegida por amor y que terminó como terminó -si no lo recuerdan ustedes, miren aquí. Visita de vez en cuando a su padre, le regala horas de conversación escasamente profunda y, luego -más satisfecha de su propia paciencia que de su generosidad- se retira a su piso de soltera perdida a planificar evasiones en forma de viajes.

Pero a quien visita más es a sus abuelos, a los padres de su padre, esos mismos que llevaron con dificultad la nueva relación de su hijo. Con ellos puede hablar de las menudencias infantiles que soporta mal su padre. A veces, le pregunta a su abuela por tiempos pasados. La abuela huye con frases breves, mas Patricia es lo bastante perspicaz como para darle forma al rompecabezas.

Esta abuela de Patricia -los otros abuelos estaban en otro continente- casó joven con un militar. Era el matrimonio perfecto que vivía en una casa perfecta situada en la avenida más codiciada de una perfecta ciudad. Al marido militar le ofrecieron un puesto muy lejano, en una isla situada en medio de olas difíciles y temperaturas torturantes. Aceptó. Su abuela no lo aceptó de igual modo, pero allá fueron los dos hasta que esta empezó a temer por la salud de su pequeño y de su bebé. Llegó un momento en que tanto las olas como las temperaturas se unieron a terribles temblores de tierra y, entonces, la abuela de Patricia optó por dejar a su marido en aquella isla casi desierta y volver a la ciudad de perfección.

El abuelo de Patricia se quedó en aquel mar. La abuela crió a sus dos hijos ella sola hasta que otro hombre, el más divertido que jamás conoció, se decidió a acompañarla. Los dos hijos ya estaban mayores y Patricia ya había nacido, de modo que los dos abuelos de Patricia se lanzaron a una vida hedonista pero sin riesgos. Pero, ¡ay!, el hombre divertido tenía muchos más años que aquella madre de dos niños y, cuando empezaron a dolerle las discusiones de la vejez, se fue al otro mundo.


M.R., Number 14

La abuela de Patricia volvió a la soledad, esta vez sin hijos que la tuvieran ocupada. Para una abuela y madre profesional, aquello era una encerrona; la ciudad perfecta parecía una cueva con estalagtitas a punto de quebrarse y caer sobre su cabeza ajada.

Fue curioso y así se contó un día a la propia Patricia: recibió una tarjeta de Navidad de un soldado mayor. Hubo un reecuentro que acabó en boda. Recasarse le llaman. El soldado envejecido le prometió que no huiría a ninguna isla pues había vuelto con -le dijo textualmente- su novia de toda la vida. El idilio duró poco. El soldado no quería sino una enfermera, ese tipo de cuidadora a la que se le manda y a la que no se le deja mandar. La abuela de Patricia vive ahora una soledad con una compañía ausente. Estos son los abuelos de Patricia a los que ella visita para intentarles reverdecer la existencia. Apenas lo consigue. Cuando se marcha Patricia, los dos abuelos también se marchan: a habitaciones distintas bajo el mismo techo.

Aquí termina el sensualista de contarme la historia de la familia de Patricia. Para acabar, me enseña unas líneas escritas por Pat, como la llama él:

No es el mío este linaje:
el de la familia unida por el rezo,
el del odio a la paciencia,
la misma que se apoya en la amargura.
No es el mío este linaje de patriotas.
Mas no es un linaje: es una casta.

No sabemos si Patricia escribe bien. Sabemos que quiere decirnos que le rodean los barrotes de una jaula que llaman familia. Vuelve la incontinencia verbal del sensualista para preguntarles a ustedes: ¿Es verdad que puede ser una jaula la familia? ¿Que instaura normas contrarias a la convivencia? ¿Que acata decisiones de las altas esferas de poder, militar por supuesto? ¿Que a veces no es el nuestro ese linaje?
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¡Cómo le gusta a mamá eso de preocuparse!
se dice en la banda sonora.

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13 comentarios:

theodore dijo...

Mother always loves to be concerned, indeed :-)

La historia de Patricia y su familia es fascinante, aunque al final se reduzca a los problemas básicos de jaulas y linajes que todos hemos padecido (y seguramente, hecho padecer). La familia por lo general fomenta la inconvivencia (palabro no aceptado por la RAE pero que debería existir, y además rima con incontinencia).

La "secuencia" del recasamiento transformado en nursery es impagable. Bravo.

(y la banda sonora, genial).

Un besote.

polo dijo...

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Gracias, ateodoro, por ser el primero. Sé que no es fácil comentar este texto.

En principio, son demasiadas líneas; es una historia larga, como una saga, y puede que líe un poco y que empache un tanto.

Por otra parte, los asuntos familiares no son precisamente asuntos confesables/comentables en un país de alto componente mediterráneo.

A pocos se les ocurre decir que la familia es un problema; vivimos en un abuelacrado -tengo motivos que lo documentan- con presencia en nuestra vida tanto infantil como adulta y aderezado por la educación casera propia de una dictadura.

Sin embargo, creo recordar que Marianma roza este áspero e incomprensible tema en una entrada suya de este año.

Gracias por los piropos, entre ellos, el de la banda sonora. La canción que falta sobre la u¡inconvivencia (bravissimo!) es la "She´s Leaving Home" beatle, pero, al final, no se incluyó porque la veo ligada a la rebeldía generacional, es decir, más cerca de festivales hippies que de lo complicado que es convivir.

Está mal decirlo, pero lo digo: a mí también me gusta el episodio del recasamiento: viejo héroe de guerra que rescata a una ingenua para que le atienda en sus últimos años.

Gracísimas de nuevo.
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Marianma dijo...

"Pos" yo no he entendido "na de na"
Me ha dado la impresión de que heces algunos "guiños" personales, después la historia se enroca y me pierdo.
Sí Polo, ya sabes lo que pienso sobre la familia en general, como institución pilar del modelo social.
La familia es una jaula, sí. Pero también es verdad que incluso legalmente es donde puedes y debes ir cuando las cosas van mal. Si la familia hubiera realizado su cometido convenientemente, seriamos autosuficientes y no nos sentiriamos atrapados por chantajes educacio-tradicionales.
He dicho. jjjjjjjjjjjjj
Besicos

Anónimo dijo...

Yo tengo sentimientos encontrados sobre la familia. La mia se rompio muy pronto, por la muerte de mi padre cuando yo era muy pequenho. Los demas nos reagrupamos en un movimiento auto-protector, pero luego siempre hemos ido cada uno por nuestro lado. Tengo suerte de no haber conocido mas que a una abuela, asi que no he sufrido de "abuelocracia".

No creo realmente en la familia "nuclear" de corte tradicional. Creo en ella hacia abajo, es decir, la que uno crea, con otra (u otras, que todo vale) persona, con quien decide compartir su vida y tener hijos o perros. Pero la familia en la que nacemos, la que nos "toca" es... la que nos toca. Si no hay mayores problemas y uno es practico, se llevara bien y ya esta.

Dicho esto, en nuestro pais la familia sigue siendo fundamental. Si no fuese por la familia, esta criis seria mucho mas dura para un monton de gente, la familia proporciona una red de apoyo que aqui por ejemplo en EEUU no existe, cada uno esta solo frente a sus problemas. Nosotros siempre podemos acudir a padres, a algun hermano, incluso a algun primo, que puede echar una mano. Pero eso supone volver a exponerse a los constantes juicios de valor de progenitores ("a tu edad yo ya habia etc, etc"...).

Y que viva Soft Cell (que jovenes estan ambos, gudjevens).

polo dijo...

Hola, Marianma. Patricia es una incomprendida; no es una persona facil, de ahí que haga falta fijarse en ella. Entiendo que cueste, como con cualquier vida que se sale de lo corriente.

Los sentimientos sobre la familia son más que contradictorios. No es raro encontrar que el lugar donde más se quiere y se cura y también de donde más se puede salir lastimado.

Resulta imposible ensalzar cualquier institución como perfecta. Está claro que, como organización social, es la familia una empresita que puede garantizar un bienestar tanto económico como afectivo que ayuda a la gente.

Pero... Hay peros escondidos y visibles. Uno quiere muchísimo a sus padres; ahora bien, no son sus amigos, no les puede contar -al menos, en mi caso, ni de lejos- las vivencias, sensaciones y pensamientos que transmite a sus afectos libremente escogidos. Ya sabéis que no soy muy familiar.

"La familia y el sol, cuanto más lejos mejor". La frase la dijo un pariente mío muy, muy próximo.

La otra cara es el refugio que puede ser la casa de toda la vida, con padres, con recuerdos. Es cierto que un amor de padre o de madre llega a ser fiel, verdadero, el que moriría por el hijo (en lugar de matar como La Esteban, que es muy distinto).

No todos tienen la suerte que he tenido con mis padres. Quejas auténticas tengo bien pocas. Otro asunto es la educación heredera de una sociedad nacionalcatólica.

Creo que en estos puntos, hermana Marianma, estaremos de acuerdo.
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polo dijo...

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Gracias, squirrel, por tu visita. Ya he hablado de lo contradictorio que rodea a los sentimientos hacia la familia. Cada caso es tan distinto que es difícil considerarla como un modelo o un patrón repetido.

Algunos amigos míos -sobre todo, parejas- no aciertan a comprender costumbres o acciones que hacemos o dejamos de hacer mis padres y mis hermanos. Unas me gustarán más y otras menos, pero las entiendo y las prefiero así. En otro caso, no estaría agusto.

La abuelacracia es un hecho presente en la sociedad meridional aunque ahora seriamente amenazada por el nuevo orden mundial, la niñocracia.

Sigue siendo un hecho: la abuela manda su hija, que, protestando poco o mucho, obedece rígidamente a su madre, cuyas normas transmite al marido. Este ha de acatar las decisiones al menos en presencia de los demás. Muchísima gente se casa para agradar a la madre. Si empezamos por ahí, se inicia una larga carrera de obediencias debidas.

¡Qué razón tienes al apuntar el apoyo impagable de la familia cercana en los tiempos de crisis! Aquí si se arrima el hombro por una circunstancia de consanguinidad. Así pues, bienvenida sea esta empresita. Es un horror vivir la decadencia en soledad.

Pobre Patricia, una muchacha ya entrada en años. A ella no le ha ido bien en este tema. Aun así, no lo lleva mal del todo
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Bobby dijo...

Hola! Me ha encantado tu post sensualista, muy evocador... y no me ha parecido largo.

Yo creo que la familia puede ser tu salvación o tu perdición. Es capaz de salvarte o destrozarte para siempre. Louis Bourgeois, esa escultora de origen francés, dedicó toda su obra a ese tema, que le obsesionaba: es la de las arañas enormes. Decía que cuando uno se ponía debajo de esas arañas, tenía dos sentimientos: 1, de protección, de que nada puede tocarte; 2, de que en cualquier momento podías quedar atravesado por una de sus patas.
Abrazos mil.

polo dijo...

Gracias por venir, Bobby.

Aquí tenemos a una mujer, que debe rondar los 30 años, con una economía más o menos holgada y con una familia realmente actual, es decir, con sus separaciones y sus cambios.

Sabemos que, durante siglos, ha habido enfrentamientos ocultos o abandonos o sometimientos que bordean la servidumbre. Ahora todo sale más a la luz. Eso ocurre en la familia de Patricia y en muchas otras.

Unas veces es salvación y otras es perdición. También muchas otras será un intermedio gris. Siento compasión por ella y, sobre todo, por su abuela, abandonadora y abandonada en su propio hogar.

Lo más fácil suele ser lo más complicado. Me encanta una cita de Schopenhauer: "¿A qué viene tanto conflicto si solamente se trata de un 'cada oveja con su pareja'?". Louis Bourgois estará de acuerdo.
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Unknown dijo...

Continúo leyendo tu blog, Polo. ¿te atreves a jugar a las adivinanzas?. Esta noche he leído, entre otros, "Los abuelos de Patricia" y ante la pregunta que nos haces te respondo:

Desde su niñez los mensajes fueron claros: nunca antes del matrimonio, terror a la irresponsabilidad envuelta en deshonra...¿Es verdad que puede ser una jaula la familia? Evidentemente sí, pensaba ella en la sala de espera del enésimo médico visitado. Mi íntima y compartida jaula es tan hermética que no consigo liberarla de esos pensamientos; pensamientos que impiden el suave desgarro por el que se deslizan y diluyen las ataduras del pasado. Mientras es llamada a consulta ella se pregunta ¿mutilación inexorable de mi capacidad de amar?.

¡Ea! a pensar un ratito.

Unknown dijo...

Con relación a la adivinanza, “frío, frío”. Si te sirve de pista: el médico no es colega ni psiquiatra (lo siento por Bucay, que una vez más hubiera hecho caja). Es un ginecólogo y el tratamiento prescrito lleva una buena dosis de exploración interna desde fuera; cada centímetro de memoria dañado por la fuerza de ese imperativo familiar en forma de eco debía ser exorcizado en una ceremonia de contracción y perdón sin la cual la bienvenida se hacía imposible. Inclemencias de un espacio íntimo que se abre a la calidez, acogida y complicidad del otro desde el propio paraíso, que no abismo interior; aunque estos precipicios son los que más vértigos producen.

Te preguntarás cuándo dejaré de escribir en “román paladino” pero cuando descubras de qué hablo creo que lo entenderás. Ya son dos las adivinanzas: a) ¿Qué problema le causó a la muchacha ese eco en forma de imperativo familiar? y b) ¿Qué tratamiento le aconsejó el médico?
El trabajo se te acumula, pero te vas acercando. ¡Chico listo!

polo dijo...

Bienvenida a este club, Mariela. Ya cada vez faltamos menos. Unos se ausentan un tiempo y vienen otros como tú, estupendos narradores de vivencias.

No desvelemos la adivinanza si te parece. Creo que ya la sé. Dejemos,pues, que algún lector del blog se ponga a pensar un raito, como dices tú.

La culpa se enraiza a veces en el entorno de los parentescos. Recuerdo una cita de alguien que suena a resentido: "Las dos únicas emociones que entiendo son la venganza y la culpa". Ambas mantienen estrecha relación.

Un beso de bienvenida.
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LeTs dijo...

aaa

polo dijo...

ooo