Bi Polar

domingo, 28 de marzo de 2010

Jaime Gil de Biedma y lo que a uno no le gusta de sí mismo / Jaime Gil de Biedma and that which you don´t like in yourself


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Jaime G
il de Biedma . Hasta el nombre suena bien. Casi igual de bien como su voz. Como el título de la película que ha estado en cartelera a principios de este año, El cónsul de Sodoma, en la que quedan reflejados los conflictos personales de un ser humano que no es como él quisiera ser.

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
("No volveré a ser joven")


¿Es que son ustedes como quieren ser? Hace no mucho, en una conversación entre compañeros de trabajo (¡Huy, peligro, que en este blog NO se habla de trabajo!), tres personas sacábamos a relucir rasgos de la propia personalidad que no nos gustaban. Me temo que esos -al contrario que la nariz u otros apéndices- no son operables, al menos, en un quirófano.

...both of us we were in very high spirits, -
Chinchón if I remember- we kept playing old lyrics
Sung by Judy Garland, thought the world was a friend
And talked ourselves to drunkenness for hours without end.

("A Gabriel Ferrater")


Parece que la película El cónsul de Sodoma haya estado dirigida por dos directores a juzgar por lo muy diferentes que son las dos partes que se podrían establecer en ella: por un lado, una primera (con todos los vicios insoportables del cine español: sobreinterpretación, tramas mal hilvanadas, rojos buenos y fachas malos) y, por otro lado, los treinta últimos minutos (trepidantes, íntimos, extáticos, enormemente certeros en el retrato de una persona enferma, sensible y vividora).



Los momentos finales de la película resultan, pues, emocionantes. Cuando nos toque plantearnos cómo vamos a vivir -recalcando lo de vivir- los días justamente anteriores a una muerte atendida, no estaría mal repasar los últimos minutos de la película. A este respecto, chapeau para Jordi Mollá.

Que la sinceridad
con que te has entregado
no la comprenden ellos,
niña Isabel. Ten cuidado.
("A una dama muy joven, separada")


En Jaime Gil de Biedma (1929-1990) suenan muy buen, además, los títulos de sus libros: Según sentencia del tiempo (1953), Compañeros de viaje (1959), Moralidades (1959), Poemas póstumos (1968) y Las personas del verbo (1982), libro recopilatorio de su obra poética, que abarca apenas 150 páginas, y cuya contraportada contiene una de las reseñas autobiográficas mejor escritas de toda la historia.

No es el mío este tiempo.
(...)
Amanece otro día en que no estaré invitado

ni a un momento feliz. Ni a un arrepentimiento

que, por no ser antiguo,
-ah, Seigneur, donnez-moi la force et le courage!-

invite de verdad a arrepentirme
con algún resto de sinceridad.

("De senectute")


Es verdad que la tristeza que se respira en este poeta -a quien que le tocó una época que, verdaderamente, no era la suya- le convierte en carne de cantautores depresivos o de ocurrentes pretenciosos a lo Búnbury, que ya ha perpetrado una de las suyas con la obra de nuestro autor. Por eso a uno le parece muy bien que la última canción que suena en la película El cónsul de Sodoma sea esta:


Años de SIDA y acid

Antes de ver el biopic, uno se temía escuchar poemas recitados por una voz gangosa inspiradora de pensamientos funestamente suavones. Pero no. Esos recitados -que suponen una especie de videopoemas- llegan a conmover.

En un viejo país ineficiente,
algo así como España entre dos guerras
civiles, en un pueblo junto al mar,
poseer una casa y poca hacienda
y memoria ninguna. No leer,
no sufrir, no escribir, no pagar cuentas,
y vivir como un noble arruinado
entre las ruinas de mi inteligencia.
("De vita beata")


Gran parte de la obra de este poeta barcelonés está marcada por el conflicto entre cómo uno es y cómo le gustaría ser. Hay personas que detestan su propio carácter irascible, otros no pueden soportar su racanería y hay quien no se aguanta porque tiende a mentir compulsivamente. Igual que Jaime Gil no podía con su inclinación a la sinceridad, me he enterado de que el sensualista odia su... permeabilidad. Si tienen a bien, pregúntenle a él qué quiere decir.

Si no le comentan nada de su Gil de Biedma, respóndanle a esas preguntas que tanto le gustan: ¿Qué rasgo de su personalidad cambiarían? ¿Qué no les gusta de su forma de ser y llevarían al quirófano si pudieran? ¡No me digan que su generosidad, que eso nunca sobra! Por supuesto, dejense tanto de posturas petulantes como de falsas modestias.

...Por cierto: me susurra el sensualista que Jaime Gil de Biedma sí era un sensualista con todas sus contradicciones. Ah, aquí está su voz en uno de los poemas que mejor dibujan ese conflicto:


...es un resto penoso, / un intento patético. / Mientras que tú me miras con tus ojos / de verdadero huérfano, y me lloras / y me prometes ya no hacerlo.
// Si no fueses tan p...!

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15 comentarios:

coxis dijo...

La película se salva por la interpretación de Jordi Mollá, indudablemente. Y la escena final es para no olvidar...

A Jaime Gil de Biedma lo descubrí gracias a Rosa León y su "Mañana de ayer, de hoy" perteneciente a su disco "Al Alba" de 1975.

El Cinéfilo Ignorante dijo...

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Hola, coxis. Long time no see! La interpretación de Jordi Mollá mejora con el paso de la película. A mi me gusta cuando va paseando por los suburbios de Manila con la sonrisa puesta.

Pues yo descubrí a este peota por una compañera de la facultad, que me habló del poema "Contra Jaime Gil de Biedma". A partir de ahí, fui comprarse Las personas del verbo un 28 de marzo de 1983 en Sevilla.

En esa reseña autobigráfica que tanto me gusta, dice este hombre: Manila ya me aburre y, en cambio, me fascinó Sevilla (...) después de haber estado en ella cuantísimas veces.

Bobby dijo...

Jodo la que se lió con esta películaaaaa. Leí una carta de Juan Marsé en el periódico que ponía bonico al director!
A Jaime Gil de Biedma lo conocí, como a tantos otros, por la genial canción de Paco Ibáñez. Ahí va eso:
"De todas las historias de la Historia
sin duda la más triste es la de España,
porque termina mal. Como si el hombre,
harto ya de luchar con sus demonios,
quisiera terminar con esa historia
de ese pais de todos los demonios.
"

En cuanto a lo que dice Polo: también yo odio algunas cosas de mí, especialmente en mañanas de domingo. Quizá el preocuparme demasiado por los demás y hacerme responsable de todo (y que no suene pedante)

Ahora bien, querido Sensualista: por qué odia Ud. ser permeable?

El Cinéfilo Ignorante dijo...

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Gracias, Bobby, por venir. Es curioso que más de uno de vosotros hayáis descubierto a Gil de Biedma por sus versos musicados, algo a lo que a lo que el sensualista le tiene mucha, pero que mucha, prevención.

Los versos que mencionas son un ejemplo de poesía altamente prosaica y casi me atrevo a decir que de tesis; eso sí que es difícil de conseguir con éxito. Biedma sí que lo logra.

Es verdad que se desató la polémica con El cónsul de Sodoma. Creo que los mismos hacedores de la misma se alegraron de ello; de hecho, en el apartado de Prensa que se incluye en la página web de la película -hay enlace en la entrada-, la mayoría de los extractos pertenecen al diario La Razón, el cual divulgó las opiniones contrarias a la calificación de 'Mayores de 13 años' dada por el Ministerio de Cultura a la peli.

En El País también recuerdo otra polémica que tenía que ver con lo apropiado o no de los rasgos de personalidad del poeta.

Lo cual nos trae el otro tema, cuya mención te agradezco, Bobby. ¿Qué tendrás los domingos por la maañna? Más en serio: creernos demasiado responsables nos pasa uno poco a todos. En mi caso, llego al punto de "Si yo dejo esto, llega la catástrofe", pensamiento que cuenta con una larga tradición en nuestro país desde Felipe II hasta Felipe González pasando por Francisco Franco (mucha efe veo yo ahí).

Permeabilidad: es el nombre que le pongo a dejarse influir. ¿Para lo bueno? No: más bien para lo malo porque mucho alardear de un carácter firme y unas opiniones claras y, después, llega alguien que se expresa bien y me hace
cambiar de idea. Eso también me pasa con las películas y las músicas; no: con los amigos, no, y espero que nadie me influya en ello.
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Anónimo dijo...

Bueno, le dediqué un entrada en su día,a síq eu no tengo mucho que decir de él. Infravalorado absoluto. un poeta maravilloso, un hombre muy atractivo, una personalidad en conflicto permanente, una muerte de una dignidad asombrosa. No he visto la película, leí la biografía en la que está basada, que me gustó bastante. No veo a Mollá en el papel, pero insisto que no la he visto y no puedo juzgar.

Lo mejor de tu post es que tú no eres gay. A JGdB parece que sólo se le recuerda y valora en entornos gay, como a Cernuda, otro infravalorado. Ambos van mucho más allá de la literatura o poesía homosexual. Pero no me enrollo, que estoy con sobre y no con infra-valorados.

El Cinéfilo Ignorante dijo...

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Gracias, squirrel, aunque -sniff- nos quedamos sin saber tu respuesta a la pregunta que plantea la entrada en su parte final...

Es una lástima que se levanten parcelas y patrimonios de una y otra minoría o mayoría dictadas simplemente por preferencias sexuales. Sin embargo, creo que, a fuerza de insistir, Luis Cernuda ha alcanzado gran reconocimiento. No así Gil de Biedma, conocido en la maravillosa Librería Parisson de Montevídeo (Uruguay) y desconocido en los estudios de nuestros escolares.

Tu entrada -la que encabza Manhattan- sobre gente sobrevalorada es una pequeña gran joya que todos deben visitar.
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Anónimo dijo...

Perdón, egregio Polo, olvidé contestar a las preguntas: No me gusta lo impaciente que soy, ni lo pesado que soy, ni lo inconstante que soy, ni lo egoísta que soy. Todo eso me dejaría en el quirófano (y la lorza, de paso).

polo dijo...

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Te agradezco que contestes, squirrel. Coincidimos de todas todas en la impaciencia (cada vez más, pardiez) y en la pesadez (¡ya me lo han dicho tantas veces!).

En la inconstancia yo tengo mis variaciones, pero, a juzgar por la periodicidad e intensidad de tu blog, uno jamás te consideraría un inconstante.

¿Egoísta? Somos todos y, además, según Nietzsche, el egoísmo es una virtud. ¿La lorza es un defecto? Rotundamente, no.
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theodore dijo...

Me quedé con ganas de ver la peli (bueno, no demasiadas, algo más después de que me hablaras de ella), y tengo pendie-nete conocer a Biedma, ya sabes que la poesía se me resiste. O yo a ella. Mira, esa sería una cosa para extirparse. Con el tiempo y un poco de Freud he conseguido rebajar mi soberbia y egocentrismo. O tal vez disimularlos. Hay muchas otras cosas que no, pero si me pongo, creo que me deprimiría, me dan ganas de quirofanearme enterito.

Per-meable suena a golden shower. Mola.

Juan Pablo Herencia dijo...

Mi primer contacto con Gil de Biedma, en tu casa de mi pueblo, fíjate.
No recuerdo a nadie a quien le haya tomado más discos y libros prestados para ir formando mis propios gustos.

Tengo "Las personas del verbo" y me agrada el hecho de que, en ocasiones, pueda escuchar su voz en algunos de mis propios poemas. Tiene su reverso oscuro como persona, pero nadie ha sacado el tema y no seré yo.

¿Cambiar de mi personalidad? Pues sabes mi aversión a las falsas modestias, así que contesto sinceramente: nada, o prácticamente nada (puede que ser un poco más constante en ocasiones, pero me lo perdono ampliamente).
Todo lo demás me ha costado demasiado irlo forjando como para ahora cambiarlo. Me gusta y me gusta mucho, para colmo.

polo dijo...

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Gracias, theodore, por tu intervención especialmente sabiendo que la poesía y tú estáis en un impasse no roto.

Una frase dice "Igual que se nace poeta, se nace lector de poesía" (Julio Alfredo Egea, de AlmeríA).
Pero, oh, son poemas -tú y yo lo sabíamos- muchas letras de canciones que nos gustan.

¡Claro que uno cambia sus rasgos con el tiempo (y con voluntad)! ¿Dónde está esa soberbia, que no la veo? Sigue así, teo de oro, que dan ganas de quererte.

Per-meable. ¿Golden shower? Ja, ja.
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polo dijo...

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Agradezco tu llegada, JPH. ¡Qué interesante que toda persona su lado oscuro! Bueno, toda persona que tenga algo especial.
En la película asoman anécdotas de su vida íntima, algo necesario puesto que afecta a su obra.

De todas formas, aprovecho para decir que uno descree de los homenajes a un hombre o a una mujer. Los tributos deben rendirse a ideas, a hechos, a obras, es decir, nada de idolatrar imágenes públicamente.

La modestia esconde a veces una vanidad gigantesca. Está muy bien perdonarse a sí mismo y necesitamos activar mecanismos de defensa. Quizá podamos hablar un debate sobre la humildad. ¿Es positiva o llega a perjudicar? Ahí queda eso.
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Marianma dijo...

Mi querido Polo, noto una inusitada introspección. ¿Estamos haciendo examen de conciencia?
Tengo que decirte que la experiencia y el conocimiento me ha llevado a no criticarme, observo en mí daños producidos por una necesidad desatada por ser aceptada. Poquito a poco voy comprendiendo que solo tengo que aceptarme yo a mí misma, con mis peculiaridades positivas y negativas. No tengo que gustar, si gusto; gusto y si no; no. Esto conlleva soledad indudablemente, pero me obliga a averiguar aquello que me hace feliz, que me aporta paz. De esta manera quien se acerca a mí, lo hace con todas sus consecuencias, lo que me lleva a mostrarme
confortablemente espontánea, (sin culpa, sin miedo, sin pudor) rozando la libertad.
Y en eso andamos.
Besicos

Unknown dijo...

No pocas veces nos sorprendemos a nosotros mismos, como chiquillos insolentes en casa ajena: Eso no se dice, eso no se hace, eso no se toca...¿Serrat? ¡Bendita insolencia! que te desquicia y te arrastra, te da coherencia y te aventura al desafío de haber estado en el lugar adecuado, en el momento oportuno y ¿sin paracaídas?.

Pero no, no nos engañemos: dejamos que el tiempo se pare perezosamente mientras los extraños se encuentran. Mientras las palabras son susurradas en un conjuro que ata a ese espejismo ¿de arrepentimiento?.

¿Y resulta que es la permeabilidad la que mece
ese espacio cóncavo y lo hace convexo;
la que une y la que anuncia el desenlace
y precipita al desencuentro?.
¿La que distancia, silencia
y recupera miedos,
quizá por no volver a caminos
ya habitados por sus dueños?.

(Disculpa, no cosigo liberarme del "e-o"), sigo... esto es serio ¿ves?:

Gracias por acercarme a Gil de Biedma, he quedado con él este verano. Picasso decía que lleva su tiempo llegar a ser joven y después de haber llegado a varios 8000 ¿voy a pasar por el quirófano? Usted perdone pero no. Yo ya cuido mis propias costuras sin esconderlas. Siempre seré aprendiz de todo aquello que merezca la pena y ¿quién no aprende del error? Eso sí, tolerancia cero al daño propio y al ajeno. Sólo utilizaría el bisturí para reducir el exceso de prudencia, insisto, sólo el exceso. Ahora, desde esta cima, disfruto mejor de las vistas.

polo dijo...

Ay, Mariela; los conflictos con uno mismo dan para mucho. El poema "Contra Jaime Gil de Biedma" lo dice muy bien: merece la pena conocerlo entero.

Esa relación que -esta vez, sí- es eterna, la que mantenemos con nosotros mismos y que -es verdad- nos subyuga tanto como nos desquicia.

También me veo en tus versos, los que reflejan el temor a recorrer el camino ya conocido. Muchas veces no se aprende del error.

¿Experencia? ¿Vejez? ¿Desengaño? ¿Sano escepticismo? Perdamos la ilusión pero no la esperanza (digo yo). Espero que me corees con tus e-o.
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